La Catedral gótica y el Zodíaco
Una vez definidos los puntos cardinales y el eje longitudinal
sobre el que se levantará la catedral se trazaba un gran círculo y dentro del
mismo se inscribía la rueda zodiacal. El zodiaco es una medida cíclica del
tiempo: indica el tiempo que tarda el sol en volver a ocupar la misma posición
aparente en el cielo. Para calcular estas posiciones del sol se toman como
referencia las distintas constelaciones que el astro cruza en su recorrido
celeste. El sol tarda un año en completar su recorrido cíclico y
volver a su posición de partida. Este viaje de un año está dividido en doce
etapas o estaciones: las doce constelaciones que dan nombre a cada uno de los
doce signos del Zodiaco.
Pero, ¿por qué inscribir la catedral
en un círculo astrológico? Por dos razones.
- Por una parte el círculo es símbolo del Cielo como el cuadrado es símbolo de la Tierra. Puesto que la intención de quienes construían una catedral era hacer un lugar de encuentro entre el Cielo y la Tierra y la catedral era una suerte de representación (o reflejo) en la Tierra de la Jerusalén Celeste, debía plasmarse en ella el orden celeste en tanto las leyes del cielo ordenaban la tierra. El orden celeste debía ser representado matemática y simbólicamente en la catedral, que era como una porción de la tierra elegida para contener el orden total del cosmos, así la catedral sería un microcosmos dentro del caos que suponía el resto del mundo exterior, la tierra entendida como materia prima y caótica -sin orden- o caos pre-formal.
- En segundo lugar Cristo es designado Sol del mundo y comparado a menudo en la Edad Media con el Astro Rey. En tal caso el mismo templo debe estar en función del Sol y de su ciclo anual (con sus dos mitades ascendente y descendente).
Así, al consagrar el espacio en que se levantaría la catedral se repetía simbólicamente la creación del mundo descrita en el Génesis en que Dios imprime un orden en la materia caótica mediante su Palabra y con este acto ordenador la potencia deviene acto. Recordemos además que la palabra consagrar contiene el sentido de 'separar para Dios', como se dice expresamente de la consagración de Samuel desde su nacimiento en la Escritura (1S 1, 24).
Por otra parte, lo que en los cielos es una
medida temporal (la sucesión de los doce signos del Zodíaco) pasa a ser en la Tierra una
medida espacial. La rueda zodiacal queda entonces inscrita en las cuatro
direcciones del Espacio. Este paso del tiempo al espacio y del Cielo a la Tierra se muestra
simbólicamente como el paso del círculo (celeste) al cuadrado (terrestre),
operación también conocida como 'cuadratura del círculo'.
Zodiaco de la catedral de Amiens.
De izquierda a derecha pueden observarse los signos de Leo, Virgo y Libra;
bajo ellos los meses de julio, agosto y septiembre representados
con los trabajos correspondientes.
con los trabajos correspondientes.
Pero trasponer los símbolos de lo
temporal a lo espacial requería de precisos cálculos. Para lograr estos cálculos y transposiciones se debía efectuar una serie de correlaciones simbólicas.
En primer lugar se han de poner las
constelaciones del Zodiaco en correspondencia con las direcciones del Espacio y
los puntos cardinales. Esto no es muy complicado. Se debe considerar en primer
lugar que el año astrológico comienza en el equinoccio de Primavera. A
su vez la rueda del zodiaco comienza en el signo de Aries. Por tanto
pueden ponerse en relación el equinoccio de Primavera y el signo Aries: de
hecho zodiacalmente el equinoccio primaveral corresponde al comienzo del signo
de Aries (21 de Marzo). Vemos ahora la importancia que tiene tomar la salida
del sol en dicho equinoccio como referencia principal para la construcción del
Templo. Esta salida del sol que marca la primavera establece una primera
correspondencia espacial entre el signo astrológico de Aries y un punto
cardinal del horizonte: el Este.
Si el Este corresponde a Aries, a
partir de aquí no resulta difícil establecer el resto de correspondencias
astrológico-espaciales atribuyendo a cada punto cardinal un signo del zodiaco.
Veamos cómo se puede fácilmente hacer coincidir los cuatro puntos cardinales
con las cuatro estaciones del año solar y los signos que las abren.
La circunferencia en que se dibuja
el Zodiaco tiene 360 grados. Trazando un diámetro desde el Este hacia el Oeste
donde se corta la circunferencia en el extremo opuesto se obtiene el signo
opuesto a Aries, que astrológicamente es el equinoccio de Otoño: Libra.
Si se traza a continuación un diámetro perpendicular a este último (lo que
sería el Cardus romano) se obtienen los signos que cierran el Zodíaco
por arriba y por abajo (es decir el punto más alto y el punto más bajo del
recorrido anual del sol): los solsticios de Verano e Invierno. Astrológicamente
los solsticios corresponden a los signos de Capricornio y Cáncer también denominados en ocasiones Puertas Solsticiales [1].
La catedral queda encuadrada de este modo por el ciclo solar, marcado ante todo por los equinoccios y los solsticios, tal y como puede verse en el dibujo:
La catedral queda encuadrada de este modo por el ciclo solar, marcado ante todo por los equinoccios y los solsticios, tal y como puede verse en el dibujo:
Hemos dicho que la catedral queda encuadrada en el ciclo solar o zodiacal. A simple vista cabe destacar una coincidencia para nada casual: se denominan signos cardinales a los 4 signos zodiacales que señalan justamente los conocidos 4 puntos cardinales. Esto quiere decir que los 4 puntos cardinales son definidos en la tierra mediante 4 acontecimientos celestes, más concretamente solares: los dos solsticios y los dos equinoccios.
Consideramos que el sentido de giro del plano de la catedral es levógiro -contrario a las agujas del reloj-. De este modo el signo de Cáncer -que señala el solsticio de verano- queda ubicado en la puerta norte de la catedral y el signo de Capricornio -que señala el solsticio de invierno- queda ubicado en la fachada sur de la catedral.
Como se deduce fácilmente de la imagen, si el sentido de giro que se otorgara a la representación zodiacal fuera dextrógiro solo cambiarían los lugares de los signos solsticiales -se invertirían uno por otro-, mientras los signos equinocciales -Aries y Libra- permanecerían sin cambios, orientados a este y oeste respectivamente, es decir permanecen invariantes tanto si la representación zodiacal fuera en sentido levógiro -como creemos que de hecho es- como si fuese en sentido dextrógiro.
Muy probablemente había razones simbólicas de peso por las que el giro era determinado en sentido levógiro, quizá relacionadas con la medida diferente de los dos tiempos cualitativos de que ya hemos hablado, pero dichas razones son desconocidas hoy. Como sabemos que generalmente los ritos circunambulatorios -procesiones y peregrinaciones- que tenían lugar en el interior de la catedral eran desarrollados en sentido levógiro optamos aquí por esta hipótesis, pero las razones de que sea así todavía se nos escapan.
Consideramos que el sentido de giro del plano de la catedral es levógiro -contrario a las agujas del reloj-. De este modo el signo de Cáncer -que señala el solsticio de verano- queda ubicado en la puerta norte de la catedral y el signo de Capricornio -que señala el solsticio de invierno- queda ubicado en la fachada sur de la catedral.
Como se deduce fácilmente de la imagen, si el sentido de giro que se otorgara a la representación zodiacal fuera dextrógiro solo cambiarían los lugares de los signos solsticiales -se invertirían uno por otro-, mientras los signos equinocciales -Aries y Libra- permanecerían sin cambios, orientados a este y oeste respectivamente, es decir permanecen invariantes tanto si la representación zodiacal fuera en sentido levógiro -como creemos que de hecho es- como si fuese en sentido dextrógiro.
Muy probablemente había razones simbólicas de peso por las que el giro era determinado en sentido levógiro, quizá relacionadas con la medida diferente de los dos tiempos cualitativos de que ya hemos hablado, pero dichas razones son desconocidas hoy. Como sabemos que generalmente los ritos circunambulatorios -procesiones y peregrinaciones- que tenían lugar en el interior de la catedral eran desarrollados en sentido levógiro optamos aquí por esta hipótesis, pero las razones de que sea así todavía se nos escapan.
En realidad la catedral guarda muchas relaciones matemáticas y simbólicas con el cuadrado. En su forma más elemental, la cruz latina es el desarrollo plano del hexaedro regular o cubo, de modo que simbólicamente la catedral es como un cubo desplegado y abierto hacia cielo [2]. Dado que cuadrado y cubo son símbolos de la tierra (todo lo que implica el número 4 en general) el despliegue del cubo simboliza muy bien la apertura de la tierra para recibir la gracia de los cielos y así al seguirse este patrón digamos cúbico se dota al lugar de la regularidad geométrica adecuada para que tal comunicación entre cielo y tierra se lleve a efecto. Dicho cubo primordial se mantiene esencialmente en el crucero, enmarcado por los cuatro pilares que señalan la unión de la nave y el transepto y sobre los que descansa la bóveda (véase la ilustración).
En la siguiente tabla puede verse la
correspondencia entre los cuatro puntos cardinales y las cuatro estaciones del año, junto a los signos del zodiaco correspondientes que señalan el comienzo de las mismas:
Punto cardinal
|
Estación
del año |
Signo zodiacal
|
Evento solar
|
Este
|
Primavera
|
Aries
|
21 de Marzo (equinoccio de
primavera)
|
Sur
|
Verano
|
Cáncer
|
21 de Junio (solsticio de verano)
|
Oeste
|
Otoño
|
Libra
|
21 de Septiembre (equinoccio de
otoño)
|
Norte
|
Invierno
|
Capricornio
|
21 de Diciembre (solsticio de
invierno)
|
Tenemos ya las cuatro estaciones principales del sol a lo largo de su año (que marcan también las cuatro estaciones del año terrestre) situadas en los extremos de los dos diámetros ortogonales de la circunferencia. Cada estación ocupa un cuarto de circunferencia y dista 90º de la siguiente (o la anterior). Sólo resta entonces ubicar los otros ocho signos zodiacales. Como los signos del zodíaco se distribuyen en número de tres en cada cuadrante o estación solar, los ocho que restan son fáciles de asignar en su lugar si se calculan sus posiciones en función de ángulos de 30 grados (30ºx12=360º).
Queda así dividido el círculo en 12
arcos de 30 grados en el que cada arco corresponde a un signo del Zodiaco, es
decir a una etapa del calendario celeste, es decir del recorrido del sol por el cielo a lo largo del ciclo
anual.
Esto tiene dos curiosas lecturas. Por una parte la catedral es situada
simbólicamente en el centro del año: los meses y las estaciones se distribuyen
a su alrededor como Cristo está en el mismo centro del universo. Son frecuentes las representaciones medievales de Cristo como Rey del Mundo situado en su centro, a modo de chakravarti, el Señor del universo que gobierna toda la manifestación y hace girar la rueda. El centro simbólico de la catedral -que es el altar- replica así este simbolismo situando a Cristo en el mismo centro del mundo. De este modo la catedral es una réplica del universo en miniatura orientado y ordenado según la ley celestial y divina, como tradicionalmente han sido los templos destinados a acoger los ritos sagrados.
Por otra parte al estar así construida la catedral constituye en sí misma un magnífico reloj solar
que marca las horas del día y los meses y estaciones del año y del sol. La catedral y el ciclo
temporal quedan de este modo definitivamente enlazados.
En la siguiente ilustración se muestra
cómo se inscribe la catedral en la ruleta zodiacal:
Figuras del zodiaco-calendario del Portal Norte de la catedral de Chartres.
En la linea exterior se distinguen los signos de Libra y Escorpio (aquí también bajo la forma de una especie de lagarto con seis patas) mientras en la serie interior de 'trabajos y días' se ven los meses de septiembre (pisando la uva en el lagar), octubre y noviembre (el ideograma representa la recogida de las bellotas, el 'magosto': puede apreciarse un roble reconocible por sus hojas y unos cerdos bajo el mismo)
[1] Guénon, R. 'Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada'.
[2] Recordemos que la Kaaba donde descansa la Piedra Negra no es sino un cubo, como su propio nombre indica.
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