La representación moderna del signo de Piscis muestra dos peces nadando en sentidos opuestos, sin embargo la imagen tradicional de este signo era otra y estaba vinculada a un personaje propio de las mitologías mediterráneas orientales pre-cristianas. Veamos en primer lugar cómo se representaba este signo en la edad media.
Signo de Piscis del zodiaco del Portal Real de Chartres.
Nótese que la figura no representa una mujer sino una sirena, un ser con la mitad superior de su cuerpo de forma humana y la mitad inferior ictiomorfa. Se trata de Derceto o Atargatis, personaje de la mitología asiria que fue asumido posteriormente por la mitología griega. El mito nos cuenta que Derceto buscó la muerte arrojándose al agua, arrepentida por la ciega pasión que había sentido por un pastor y fruto de la cual había nacido la futura reina asiria Semíramis. Los dioses la convirtieron en un ser mezcla de humano y de pez.
Es decir, y esto es lo importante para interpretar su sentido simbólico, estamos ante un ser anfibio, de doble naturaleza: acuática la inferior y aérea la superior, división que remite a la concepción tradicional doble del alma humana y del mundo intermedio.
Acerca de la división del mundo en intermedio en inferior y superior -las 'aguas inferiores' y las 'aguas superiores'- remitimos al lector a lo que ya se dijo en otro lugar (ver aquí).
Respecto a la división del alma humana en dos niveles -análoga a la del mundo intermedio- hay que decir en primer lugar que existe otra división tradicional del alma humana en tres partes, pero esta división tripartita es más propia de la filosofía que de la iconografía. En todo caso, y como se verá a continuación, ambos modelos no son contradictorios sino que la división doble es tan solo una 'simplificación' de la división triple.
Expliquemos brevemente el sentido de la división dual del alma: en exacta correspondencia con lo que dijimos del mundo intermedio, existiría un 'alma inferior' -asociada a lo acuático y lunar- que sería el alma pasional e irracional, un tanto asociada a las fuerzas animales y vegetales -irracionales- de la naturaleza; y un 'alma superior' -asociada al elemento aire y al astro solar- vinculada a la facultad racional propiamente humana. Esta mitad superior agruparía las dos partes superiores de la división tripartita: el 'alma volitiva' y el 'alma intelectiva'.
Un detalle importante para entender el sentido de la imagen y del mito es el hecho de que Derceto fue dominada por sus pasiones, es decir la animalidad e irracionalidad del alma inferior se impuso sobre el alma racional superior. En lenguaje cristiano podría decirse que fue 'esclava del pecado'. No es descartable en absoluto tal lectura cristiana y moralizante del mito pagano. Es interesante también notar que su pasión o 'locura' fue causada por Venus, la diosa del deseo, que también suele asociarse a lo acuático. El castigo por su falta de dominio (de virtud en terminología cristiana) sobre sus pasiones fue la pérdida parcial de su naturaleza humana, que quedó mezclada de otra naturaleza, animal e inferior. La fuerza de la pasión debe ser contrarrestada por otra fuerza -virtud significa fuerza- igual y de sentido contrario que la neutralice, de no ser así la pasión impondrá su dictadura infernal -de inferior-. Y es curioso qeu en este sentido las pasiones siempre sean descritas con imágenes que remiten a las fuerzas naturales que una vez desencadenadas son tan difíciles de dominar y controlar y sus efectos destructivos resultan impredecibles: las pasiones son comparadas son tempestades, borrascas, huracanes, etc. Precisamente los fenómenos naturales destructivos se asociaban en la mitología clásica a los monstruos -demonios- de la naturaleza, monstruos del caos, que solían estar en relación con el mundo ctónico y sobre todo acuático -el océano sobre todo era la guarida por antonomasia de estos seres-, así por ejemplo el caso del monstruo Tifón o la serpiente Pitón. Se deduce de aquí que en los antiguos mitos se veía una analogía, un paralelismo entre ambos fenómenos, el exterior de la naturaleza y el interior del alma humana: la acción incontrolada de las fuerzas de la naturaleza causa idéntica destrucción en el mundo que la pérdida de control sobre los impulsos pasionales causa en el alma. Existe una relación de analogía entre ambos: la tempestad de la naturaleza es una imagen visible -un símbolo- de la tempestad de las pasiones del alma.
La enseñanza del mito es evidente: la falta de control o dominio sobre las pasiones inferiores conduce a una deformación monstruosa de la esencia humana.
Es por esto que el signo de Piscis representa la disolución, o mejor aún sería decir la involución, pues significa la pérdida de la privilegiada condición humana, su regresión a un estado espiritual anterior, más indiferenciado, en que la voluntad está dominada por la irracionalidad y la dictadura de las pulsiones provenientes del mundo inferior.
Por último, más allá de su sentido simbólico, que nos parece evidente, el hecho de que en la edad media se recurriera a esta imagen -que hoy es más bien desconocida- para representar este signo (la imagen de la ilustración data del siglo XII) nos muestra que la tradición pagana no se había perdido completamente y que no era despreciada por parte de los sabios medievales, por el contrario había unos conocimientos mayores de lo que se suele pensar acerca del mundo clásico greco-latino. Además es altamente probable que aquellas mitologías paganas fueran empleadas -a través de su representación artística- a modo de enseñanzas moralizantes para el pueblo.
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