martes, 18 de febrero de 2014

Simbolismo de la Esvástica


Es un error muy común considerar la esvástica como un 'símbolo solar'. No lo es en absoluto. Se trata de uno de los muchos errores que cometen las 'ciencias' académicas al tratar de interpretar el arte tradicional, error que después se transmite durante décadas debido a la endogamia bibliográfica -y a la falta de relectura crítica- que es una de las señas de identidad del mundo académico, que se perpetua a sí mismo en un infinito 'corta y pega'. Ante la mistificación de la bibliografía académica, toda ella cortada por el mismo patrón y que adolece de los mismos defectos, parece que citar una fuente anterior sea un criterio de verdad. Es así que saberes académicos como la arqueología, la antropología y la historia del arte, carentes por completo de un marco de referencia que les permita entender, siquiera en parte, el arte tradicional, tan solo pueden 'especular' sobre el arte de los pueblos antiguos. Especulaciones que además, demasiado a menudo, se ven alimentadas por las esperpénticas fantasías provenientes del psicoanálisis, del cual el pensamiento académico -aunque siempre acusándolo desde su pretendida superioridad de 'pseudo-ciencia'- nunca ha renegado en absoluto, bien al contrario, lo ha aceptado y asumido como lo que es: la (pseudo-)mitología más propia de la posmodernidad[1], la que ha dado origen a sus mitos, imágenes y fantasías. Todo esto sería largo de explicar pero las anteriores palabras serán más que suficientes para quien tenga un mínimo conocimiento tradicional. 


La esvástica es un claro ejemplo de estos errores de interpretación provenientes de los 'expertos' académicos y arrastrados durante décadas... Pero hay más ejemplos, podríamos citar entre ellos la interpretación de todas o casi todas las figuras abstractas de los pueblos megalíticos europeos como referencias a una supuesta Gran Diosa Madre, a la que presuntamente nuestros antepasados adoraban (¿?). No sabemos si esto responde a algún tipo de obsesión o a un simple deseo reduccionista por simplificar la realidad, mutilándola si ello es necesario. En efecto el mito de una primera sociedad matriarcal donde se adoraba a la Gran Madre, es precisamente eso, un mito, y no precisamente antiguo, sino por el contrario bien moderno; aquí encontramos un buen ejemplo de cómo los investigadores no ven lo que hay sino tan solo lo que quieren ver o, en el mejor de los casos, lo que su sesgo perceptivo particular les permite ver. Y sobra decir cómo todo este 'nuevo mito' de la gran diosa guarda una innegable relación de parentesco con la new-age y el neo-paganismo, con todas las frivolidades que siempre acompañan a estas corrientes eminentemente modernas, incluida la moda del feminismo... 

Otro caso que podría citarse a este respecto son los símbolos celtas en general, de los cuales se ha dicho de todo, y casi nada con sentido, así por ejemplo las aventuradas interpretaciones que tan a menudo se hacen del símbolo del 'triple recinto' como un intento de 'mapa primitivo' (¡!), lo que es realmente no saber nada de arte tradicional y atribuir al hombre tradicional razonamientos, intereses y ambiciones propios del hombre de hoy, pero este caso lo trataremos más en detalle en otro lugar. 

Sin duda de entre todos los símbolos antiguos la esvástica ha sido el más maltratado y malentendido por  la modernidad y el academicismo. 



Dibujo de esvásticas en el suelo de la catedral de Amiens.



En verdad no sabemos quién fue el primero en catalogar la esvástica como un símbolo solar, es probable que se remonte a las primeras teorías de los arqueólogos alemanes del siglo XIX. Sea como sea para cuando Joseph Campbell aborda su ensayo de interpretación universal de los mitos es un hecho bien establecido en toda la bibliografía académica. Y, aunque trata de argumentarla, al menos Joseph Campbell reconoce que toma tal idea de otras partes. Sea como sea, una vez impuesta hegemónicamente en la bibliografía académica tal 'verdad' -que la esvástica es un 'símbolo solar'- parece poco menos que imposible convencer a nadie de que se trata de un error. 

Lo cierto es que además la mitología de los pueblos que emplearon la esvástica no era una mitología solar en absoluto, ni adoraban al sol, como se suele decir bastante alegremente.  El hombre moderno, tan amigo del reduccionismo parece quedarse ya satisfecho con semejantes simplezas argumentales que no contentarían a un niño... ¿es una prueba de adoración al sol que los templos de todos los pueblos estén astronómicamente orientados? ¿Dirían esos estudiosos lo mismo del cristianismo, dado que la cabecera de las iglesias cristianas mira a oriente? Lo que subyace una y otra vez detrás de semejantes groserías lógicas es en el fondo la muy moderna idea de que los antiguos no podían tener un pensamiento muy complejo, ni muy verdadero, sino que adoraban las fuerzas de la naturaleza -cosa de la que nunca se ha encontrado prueba en ninguna sociedad normal, y los pocos casos que pudieran apuntar a ello corresponden más bien a muy pequeños pueblos, completamente adulterados y desviados de su tradición- dentro de una lógica regida por la superstición y la magia, y mucho menos podían esos pueblos elaborar una metafísica. 

En realidad es exactamente al revés, y es ahora cuando el hombre es incapaz de elaborar la más mínima metafísica y cuando su pensamiento es, de puro simple, grotesco. De todos modos y para acabar, porque no tiene sentido extenderse sobre ello, no entendemos cómo se puede malentender tanto las mitologías tradicionales como para sostener sinceramente que los pueblos antiguos adoraban los astros y las fuerzas naturales sin verdaderamente haber una intención insana en ello, de infravalorar y menospreciar a aquellas culturas, ¿quizá el hombre moderno está tan cegado por su visión progresista de la historia que realmente lo cree así? Que hoy se sigan justificando planteamientos nacidos en plena era colonial dice mucho de lo poco que ha cambiado el punto de vista académico occidental sobre estas cosas, punto de vista que, en su desprecio hacia todos los otros como en todo lo demás, y más allá de su falsedad, no deja de ser una estrategia de aculturación y una ideología del poder. 



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Entre las muchas barbaridades y sinsentidos que se han atribuido a la esvástica se ha llegado a sostener que la esvástica representa un ave en vuelo de manera esquemática, y no contentos con ello se han citado como posibilidades aviares la cigüeña, la grulla y con especial frecuencia, sorprendentemente, el cisne. Semejante argumento es realmente insostenible pues cualquier niño dibuja mejor y de forma más reconocible un pájaro, un cisne o una grulla, pues el pensamiento infantil es muy sintético -en lo que coincide plenamente con el arte primitivo- y, evitando los detalles, va a lo esencial, es decir aquello que hace que un cisne sea un cisne y no una grulla. Por tanto este argumento es fruto de la incomprensión. Aún así, cuando se dice que la esvástica pudiera estar relacionada con un cisne o un ánsar al menos hay una relación cierta y profunda entre estos animales y la esvástica que no debe ser pasada por alto: y es que cisne y ánsar son desde tiempo inmemorial 'símbolos polares' al igual que la esvástica. 

Cisne y ánsar son símbolos polares porque con la primavera siguen al sol en su ascenso hacia el solsticio de verano hasta el mismo círculo polar, es decir acompañan al sol en su viaje -que es una conocida metáfora en muchas mitologías del viaje de ultratumba- hasta el día sin noche, el día perpetuo, lo que les convierte en una metáfora viviente del viaje del alma al mundo de la luz, en la mítica región hiperbórea. Y esto es lo que representan el Norte y el Polo para todas las tradiciones: el punto inmóvil que sostiene y del que pende toda la manifestación.  


En definitiva digamos que la esvástica no es ni ha sido nunca para los pueblos tradicionales un 'símbolo solar' sino 'polar'

El símbolo en sí no muestra otra cosa que la rotación terrestre, es decir el devenir de la manifestación: el cambio constante e inexorable de todo cuanto existe, y por ello mismo se encuentra sujeto a corrupción. En este sentido está emparentado con el símbolo medieval de la 'rueda de la fortuna'. Dicho esto señalemos que la esvástica fue frecuentemente empleada en la decoración medieval, en particular en el románico, lo cual es una prueba más de cómo el hombre medieval vio en las tradiciones pre-cristianas no un enemigo sino un testimonio claro de que el espíritu habla a todos los pueblos sin distinción y supo hacer una síntesis de las tradiciones anteriores con la suya propia, incorporándolas a su propio mundo de significados.   
Volviendo a nuestro símbolo, puesto que la esvástica posee 4 brazos o direcciones ha de referirse a la manifestación en el plano material -o mundo sublunar-, signado siempre por el número cuatro: 4 direcciones del espacio o puntos cardinales, 4 partes del día, 4 estaciones del año, 4 edades del hombre, 4 fases de la luna, etc... mientras los mundos superiores son signados por el número tres. Es éste el único punto que guarda relación, siquiera lejana, con el simbolismo solar, pues esta división en cuatro de todo lo que está bajo la 'esfera de la luna' toma como modelo celeste -o como figura arquetípica- el ciclo solar con sus dos solsticios y sus dos equinoccios. 

Pero este simbolismo de la división de la manifestación en el cuaternario está perfectamente contenido en la cruz, como es sabido. La esvástica añade a este simbolismo de la cruz -que representa la expansión de la manifestación a partir de su centro-, un dinamismo: el movimiento giratorio, la rotación. Es decir añade a las cuatro dimensiones espaciales, la dimensión temporal. Una dimensión temporal además cíclica. Visto así la esvástica es una representación muy simple del ciclo  -o giro- completo de la humanidad con sus cuatro edades: la de oro, la de plata, la de bronce y la de hierro.   

Es precisamente este dinamismo que comentábamos el que hace centrar la atención en lo que permanece inmóvil, el centro de la figura, el Polo o centro de rotación. Por tanto, del mismo modo que el yin-yang mostrando la dualidad y la alternancia de los opuestos muestra sin embargo también la unidad y perfección del Ser total en el círculo -símbolo de la armonía- que los engloba; del mismo modo, la esvástica mostrando de forma explícita el devenir de toda la manifestación señala precisamente hacia el centro inmóvil alrededor del cual todo gira, centro inmóvil -o Polo- por el que pasa el Axis MundiEl hecho de que su forma más antigua sea la levógira no es para nada casual, pues vista hipotéticamente la tierra desde la estrella polar es este el sentido de rotación que mantiene la tierra...






[1] Psicoanálisis y marxismo son los anti-mitos por excelencia de la posmodernidad. Ellos han construido una nueva antropología, una nueva cosmovisión, ellos articulan la imaginación y alimentan las fantasías del hombre moderno. Han venido a sustituir en todo a los antiguos -y auténticos- mitos acaparando y corrompiendo por completo el mundo imaginal del hombre moderno. Y puede decirse sin miedo que el siglo xx, ese monstruo de la historia, es su hijo.  


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