El paradigma musical moderno.
Dicho
todo esto a modo de largo pero necesario preámbulo, entremos ya de lleno en
nuestro tema abordando el valor psicológico de la forma musical moderna.
Recordemos ante todo que la música es un lenguaje que busca comunicar algo y
que tal lenguaje o discurso hace uso de una retórica particular y específica para poder transmitirse más
eficazmente. Forma y contenido, medio y mensaje son inseparables aquí, como en
cualquier arte por lo demás. La elección del medio en el arte tiene un significado de
por sí e implica parte del sentido propio de la obra [1].
En
cuanto al nuevo canon musical moderno establecido en el siglo XVIII, es en el
concierto, definido a menudo como un ‘diálogo’ entre el solista y la orquesta,
donde el nuevo paradigma musical de la modernidad encontró su forma más
acabada. Pero más que un ‘diálogo’ galante, en realidad se trataba casi siempre
de un enfrentamiento, de una lucha. En efecto el concierto expresa como ninguna
otra forma del arte occidental esa idea de la vida como lucha y de las
relaciones humanas entendidas como conflicto. La música moderna, al establecer
como arquetipo artístico la oposición solista vs. orquesta se convirtió en herramienta óptima para la toma de
conciencia por parte del espectador del muy moderno conflicto entre individuo y
sociedad, conflicto que articula toda la modernidad occidental y que ya fuera denominado
por Jung ‘proceso de individuación’.