El sol representa de este modo el centro de un nivel de manifestación particular. Sol y galaxia son realidades que se relacionan con las ideas de circunferencia, centro y periferia, todo ello contenido en un nivel de existencia o manifestación concreto, cerrado y limitado, por eso decimos que es un microcosmos. El sol -y sus símbolos asociados- representan el centro -el estado central- de ese nivel de manifestación concreto; mientras el Polo representa el origen, la fuente de la cual procede tal manifestación.
La relación del simbolismo sol-centro con el del Polo-eje quedará más clara con ayuda de una representación visual, así se verá con facilidad que el sol pertenece al nivel horizontal mientras el Polo se refiere al nivel vertical.
Esta sencilla imagen posee numerosas implicaciones y consecuencias en términos de simbolismo. La primera que podemos advertir es que, simbólicamente, dirigirse al sol no es ascender sino viajar hacia el centro, una anábasis, un viaje al interior literalmente, al modo de las peregrinaciones de todas las tradiciones, un viaje horizontal que equivale a centrarse, buscar, alcanzar y ubicarse en el centro de un mundo particular.
La segunda idea que se desprende del esquema es que la idea de ascensión, sea el vuelo mágico de chamanes y místicos o sea sencillamente la ascensión a una montaña sagrada -otro tipo de peregrinación-, siempre contiene una referencia al Polo.
Otra reflexión que surge a partir de la imagen es que se da una analogía, para nada casual entre el esquema solar-Polar que hemos planteado y la doctrina clásica -nos ha llegado sobre todo de parte de los griegos- de la división del sendero iniciático en Misterios menores y Misterios Mayores.
Los Misterios Mayores pueden calificarse de 'verticales' ya que sí implican la superación del estado de manifestación particular del ser que los acomete, de hecho suponen la realización de estados superiores; en el caso humano realizar los Misterios Mayores implica 'superar' o trascender el estado humano y sus limitaciones. Es la diferencia señalada por Guénon entre 'salvarse' (literalmente ponerse a salvo) y 'liberarse'.
Hay un detalle más que se puede colegir de lo anterior y que resulta crucial, sobre todo por sus implicaciones respecto de las sociedades 'iniciáticas' en tiempos como los actuales en que se ha perdido el vínculo efectivo con el Polo de nuestro 'mundo': las castas chatria y vaishya solo tienen acceso en tanto tales a los Misterios menores y por tanto no pueden aspirar a la realización de los estados superiores del ser, o dicho de otro modo a la trascendencia y consecución de estados más allá de lo humano.
Volviendo al símbolo del monarca, el rey se sitúa en este esquema simbólico en el centro de su 'mundo', allí donde se unen las dos dimensiones horizontal y vertical. Al situarse debajo de la vertical se sitúa en el Axis Mundi, y desde ese centro el monarca sagrado difunde su acción en el 'mundo', representado por el plano horizontal. Es una 'expansión' como corresponde al Guna Rajas y a la casta chatria.
Numerosos aspectos simbólicos y rituales vienen a confirmar lo que decimos. Primero debe señalarse el hecho de que el rey ha de ser ungido y coronado por la autoridad espiritual, es decir la casta sacerdotal siempre prevalece y es más principial -más cerca del Principio, empleando el término de Guénon- que la casta guerrera, tal y como lo fue el rey David y, a imitación de este, Clodoveo rey de los francos, primer rey bárbaro en convertirse al cristianismo.
Como símbolo de su función el rey recibe la corona (séfira Keter), que está por encima de su cabeza -de hecho en muchas ceremonias de coronación aún se sostiene la corona real sobre la cabeza del futuro rey sin que se toquen- en clara referencia a los estados superiores del ser que están por encima de su persona y a los cuáles debe fidelidad.
- primero porque reúne cualidades guerreras y sacerdotales en la misma persona del rey que cumple esa función, algo por completo excepcional -siendo la única excepción semejante las órdenes militares de monjes-guerreros -sin duda es una de las razones profundas por las que no debían obediencia a ningún rey sino solo al Papa-.
- y en segundo lugar porque la función real se sitúa simbólicamente en el Paraíso, dicho de otro modo, en el estado central humano, y es desde allí que influye y ordena el mundo a su alrededor. Y en el Paraíso así como en la Edad de Oro no existían castas, era un estado previo a las mismas.
Podemos citar más aspectos que corroboran lo que decimos.
Para ser coronado, el rey se ha de situar simbólicamente en el centro del mundo, allí por donde pasa el Axis Mundi y se produce la comunicación o contacto con los estados superiores del Ser que citábamos y a través de ellos con el Polo mismo. Esto está representado tanto por el lugar de la coronación -un espacio sagrado, como una catedral por ejemplo [2]- como por el trono real y en algunas tradiciones este simbolismo es aún más explícito.
Nos referimos concretamente a la Piedra de Coronación o Piedra del Destino que aún se emplea en los ritos de coronación de la monarquía británica. Esta piedra sagrada es un omphalos, un ombligo o centro del mundo y ya era considerada como tal en la prehistoria. Hasta tal punto se la considera un objeto sagrado y teofánico que es la propia piedra el lugar sobre el que reposa el Eje del Mundo y no la ubicación geográfica en que esta se encuentre, es indiferente si se encuentra en Escocia, en Inglaterra o cualquier otro lugar, allí donde ella está se encuentra el Axis Mundi. La piedra es en sí misma el lugar sagrado que comunica con el Polo.
Para mostrar hasta qué punto la piedra se relaciona con la idea de Axis Mundi la leyenda la relaciona con la piedra Betel en la que apoyó su cabeza Jacob y tuvo la visión de la escala al Cielo por la que bajaban los ángeles. [3]
Otro ejemplo de cómo en la figura del monarca se "tocan" sin mezclarse ambos simbolismos, el polar que viene de lo alto y el solar que el propio rey encarna a partir de su coronación son algunos ritos asociados a la ceremonia de la coronación como el de las dos varas reales.
En algunas tradiciones monárquicas como la francesa existían dos varas,
- una que representaba el Axis Mundi, coronada en su simbolismo más puro por una flor de Lis; y
- otra terminada en una 'mano de bendición' cuyo simbolismo es análogo al rayo del Sol, aunque en la Tradición cristiana representaba concretamente el Fiat, es decir el 'Hágase tu Voluntad', la acción divina operando en el mundo.
El sentido de estos rituales es en todos los casos el mismo -aunque cambien las formas-: el rey se coloca en el Centro del Mundo, por donde pasa el Axis Mundi, allí recibe la unción del Polo y de los mundos -estados del ser- superiores y desde ese lugar extiende esa influencia espiritual en toda la extensión del plano horizontal -puntos cardinales- que abarca su dominio. El rey, como corresponde a su origen chatria, es ante todo un agente que ordena y purifica el mundo, combatiendo el mal.
Por último aclaremos una confusión muy divulgada por los académicos y la ciencia profana. La divinidad que se atribuye a menudo a la realeza antigua, por ejemplo el caso más conocido es el faraón egipcio, es completamente falsa, fruto tanto de la incomprensión y el literalismo de la mentalidad moderna como de los prejuicios modernos de los académicos y de su afán de superioridad que siempre tienden a ver al hombre antiguo como subdotado respecto de ellos mismos -la realidad aunque no quieran aceptarlo es más bien la contraria-.
La divinidad del faraón -y de cualquier monarquía por extensión, como puede ser la de los zares rusos, que fue la última monarquía sagrada que ha existido en el mundo occidental- sería análogo a lo que en teología es el conocido Ex cathedra: estamos ante una función y un rito sagrados que son por su mismo origen divinos, dicho de otro modo no-humanos, y es bajo esas concretas circunstancias rituales -algo que ocurre solo excepcionalmente y bajo ciertas circunstancias o necesidades- que el rey actúa como un agente divino en el mundo. Cuando esto sucede es de esperar que incluso la propia naturaleza obedezca el mandato real, tal y como decían los egipcios. Por tanto no se adoraba al faraón como un dios o una deidad, esto es completamente falso, sino que se asumía que su función y su operatividad eran divinas: Dios operaba a través del faraón o rey, lo que es muy distinto, de hecho es lo contrario a la idea profana.
[1] Es evidente que aquí tocamos dos simbolismos adyacentes: el de la fuente y el del salmón -o trucha- como ser que 'remonta' la manifestación y asciende hasta su mismo origen.
[2] En la monarquía francesa era la catedral de Reims.
[3] De la Piedra de Coronación se ha dicho en ocasiones que fuese un betilo, es decir una piedra caída del cielo, un meteoro, algo que parece improbable pero que obedece seguramente a una confusión etimológica con la palabra Betel que dio Jacob al lugar de su sueño-visión. En todo caso, y al margen de su origen geológico, lo es por su significado, y lo que sería realmente relevante al respecto es saber por qué los pictos eligieron esa piedra como su omphalos.
3 comentarios:
genial
Magnífica explicación
Interesantisimo.
Publicar un comentario