La vieira es uno de los símbolos fundamentales del Camino de Santiago, y lo es al menos desde los tiempos medievales, pues los peregrinos eran identificados y reconocidos como tales por portar la conocida concha bien visible sobre la capa o el sombrero. Hasta tal punto se identificó a los peregrinos con la vieira que la misma llegó a ser atributo inconfundible del propio santo, el Apóstol Santiago. Es curioso que la concha de vieira -que además en principio no es un símbolo crístico- se impusiera como símbolo identificativo de todo el Camino de Santiago, más si cabe teniendo en cuenta que no podían encontrarse estas conchas de manera natural en la zona concreta en que descansa la tumba el Apóstol, pues se trata de un molusco marino [1]. Este hecho, así como el fenómeno de su pervivencia como símbolo durante más de mil años -algo inaudito en estos tiempos en que todos los símbolos amenazan perderse- indican que la vieira desde los primeros tiempos del Camino debió tener un significado y un valor central para los peregrinos.
domingo, 23 de febrero de 2014
miércoles, 19 de febrero de 2014
Simbolismo del Yin-Yang
El símbolo extremo-oriental del Yin y el Yang simboliza la dualidad que signa toda la existencia universal, las dos fuerzas contrarias que subyacen a la manifestación y cuyo conflicto da lugar a la pluralidad de los existentes. La alternancia de estas dos fuerzas tal y como muestra el símbolo asegura el equilibrio del universo, más allá de los desequilibrios parciales de sus partes. Es la dualidad última que en algunas mitologías ha sido considerada irreductible y de la que hemos comentado que el simbolismo polar supone su superación.
A partir lo que acabamos de indicar del simbolismo polar, simbolismo que trasciende la oposición de los contrarios del yin-yang, cabe señalar que las dos mitades del símbolo pueden ser puestas en relación con el sol -la mitad blanca- y la luna -la mitad negra-, o lo que es lo mismo con el día y la noche. Sol y luna, ya lo hemos dicho y lo repetimos ahora una vez más, son las caras más visibles en el mundo manifestado de esta dualidad cósmica que está más allá de toda forma y toda manifestación. De hecho en origen y literalmente designan las dos caras o vertientes de la montaña, la solana y la umbría.
A partir lo que acabamos de indicar del simbolismo polar, simbolismo que trasciende la oposición de los contrarios del yin-yang, cabe señalar que las dos mitades del símbolo pueden ser puestas en relación con el sol -la mitad blanca- y la luna -la mitad negra-, o lo que es lo mismo con el día y la noche. Sol y luna, ya lo hemos dicho y lo repetimos ahora una vez más, son las caras más visibles en el mundo manifestado de esta dualidad cósmica que está más allá de toda forma y toda manifestación. De hecho en origen y literalmente designan las dos caras o vertientes de la montaña, la solana y la umbría.
martes, 18 de febrero de 2014
Simbolismo de la Virgen sedente
Las representaciones tradicionales de la Virgen María en la Europa occidental son:
- la Anunciación
- la Virgen entronizada - Virgen sedente con el Niño en su regazo
- la Virgen en pie con el Niño en brazos
- la Asunción a los Cielos
- la Coronación de la Virgen en los Cielos
No consideramos la representación de la Natividad como una imagen mariana, pues no es la Virgen el centro de tal representación sino el Niño mismo, aunque en ocasiones en el arte medieval -en particular en el portal de las catedrales- se combina la Natividad con otras escenas, algunas de ellas más específicamente marianas.
Por su parte, las dos últimas de estas escenas iconográficas -la Asunción y la Coronación- no comenzaron a hacerse frecuentes en el arte hasta el periodo gótico, época en que no solo cambiaron los gustos estéticos sino también la sensibilidad religiosa del pueblo cristiano. El periodo gótico supuso un aumento muy notable de la presencia de la Madre de Dios en el culto cristiano, sin ir más lejos la mayoría de las catedrales le fueron consagradas a ella, razón por la cual la época de las catedrales ha podido ser calificada de "un triunfo de la Virgen" (Spengler).
Señalar que tampoco consideramos aquí -aunque sería buen motivo de reflexión- la representación de la Inmaculada Concepción, por ser muy posterior a las anteriores ya que tuvo su auge a partir de la contra-reforma y disfrutó de una especial popularidad en el barroco.
Simbolismo del 'triple recinto'
Ya hemos hablado en otro lugar del simbolismo del 'triple recinto' o la 'triple fortaleza' -típicamente celta aunque no exclusivo de ellos-, que muestra ante todo el esquema básico de toda sociedad tradicional. En base a este esquema centrípeto y tripartito se organiza toda la forma social en sentido funcional y estructural pero también su propia forma física pues se sigue este esquema a la hora de construir las villas y ciudades.
La ciudad refleja este esquema debido a que es -o debe ser- un microcosmos, un reflejo en la tierra de un orden mayor, universal, que debe mostrar simbólicamente los principios metafísicos en que se apoya y sostiene su sociedad. Además a la hora de construir una ciudad hay en los pueblos tradicionales un reconocimiento del organismo que la propia ciudad es, organismo en cierto modo análogo a un ser vivo. De hecho el mismo rito fundacional equivale a un nacimiento simbólico por el que se extrae del caos informal el terreno sobre el que se va a edificar la ciudad, que supone un nuevo orden.
Simbolismo de la Esvástica
Es un error muy común considerar la esvástica como un 'símbolo solar'. No lo es en absoluto. Se trata de uno de los muchos errores que cometen las 'ciencias' académicas al tratar de interpretar el arte tradicional, error que después se transmite durante décadas debido a la endogamia bibliográfica -y a la falta de relectura crítica- que es una de las señas de identidad del mundo académico, que se perpetua a sí mismo en un infinito 'corta y pega'. Ante la mistificación de la bibliografía académica, toda ella cortada por el mismo patrón y que adolece de los mismos defectos, parece que citar una fuente anterior sea un criterio de verdad. Es así que saberes académicos como la arqueología, la antropología y la historia del arte, carentes por completo de un marco de referencia que les permita entender, siquiera en parte, el arte tradicional, tan solo pueden 'especular' sobre el arte de los pueblos antiguos. Especulaciones que además, demasiado a menudo, se ven alimentadas por las esperpénticas fantasías provenientes del psicoanálisis, del cual el pensamiento académico -aunque siempre acusándolo desde su pretendida superioridad de 'pseudo-ciencia'- nunca ha renegado en absoluto, bien al contrario, lo ha aceptado y asumido como lo que es: la (pseudo-)mitología más propia de la posmodernidad[1], la que ha dado origen a sus mitos, imágenes y fantasías. Todo esto sería largo de explicar pero las anteriores palabras serán más que suficientes para quien tenga un mínimo conocimiento tradicional.
domingo, 9 de febrero de 2014
La Virgen y San Juan
Siguiendo con el estudio de las principales figuras de la simbólica tradicional, pasemos ahora al análisis de un símbolo bien conocido que quizá nos aporte más pistas sobre el significado que san Juan, el discípulo amado, puede tener.
En las representaciones tradicionales de la Crucifixión -ya fueran de arte mueble o pictóricas- vemos a Jesús en la Cruz flanqueado a ambos lados por la Virgen y Juan Evangelista. En muchas de estas representaciones -fáciles de ver aun hoy en cualquier iglesia que conserve su retablo original- se muestran además sobre el travesaño de la Cruz, el sol y la luna, justamente por encima de las figuras de san Juan y María.
Ya hemos tenido ocasión de comentar el simbolismo solar de san Juan. Respecto a la Virgen existen parentescos notables con la luna. Parentescos observables en la iconografía tradicional, donde la Virgen aparece a menudo sobre una luna creciente o menguante, según el caso [1]. La principal relación entre ambas figuras proviene del hecho de representar la Virgen el polo substancial de la manifestación y como tal su principal virtud es receptiva -recibir al Espíritu-, análoga en este sentido a la función lunar que recibe y refleja la luz del sol. Además la luna rige las aguas y la vegetación, con las cuales también se pone en relación a la Virgen misma [2].
sábado, 8 de febrero de 2014
Los dos 'san Juan' (II): el escudo Vaticano y san Juan
Pero a pesar de todo lo dicho, en cierto sentido, no hay una sola puerta sino dos: el templo de Jano, dios de las dos caras, al que se consagraba el mes de Enero (Januarius, de Jano; January en inglés) poseía dos puertas enfrentadas, cada una frente a una de las dos caras del dios. También el templo cristiano por antonomasia, la catedral, posee dos puertas y dos caminos. Y éstas simbolizan entonces los dos misterios, las dos iniciaciones: los ‘misterios menores’ y los ‘misterios mayores’.
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