sábado, 1 de febrero de 2014
Algunas notas sobre el amor cortés: conclusiones (I)
Del 'amor cortés' a la sexualidad moderna.
Para poner fin a estas reflexiones sobre el fenómeno del 'amor cortés' que venimos compartiendo con los lectores quisiéramos analizar la profunda incidencia que el fenómeno medieval del 'amor cortés' tuvo en la formación de la identidad cultural de occidente. Pero antes de ello creemos necesario hacer unas breves matizaciones acerca del lugar en que la postmodernidad ha desterrado el amor.
En primer lugar resulta llamativo que la psicología moderna, o mejor dicho, las psicologías modernas, hayan despreciado sistemáticamente el fenómeno amoroso, abandonándolo a la literatura y el cine, como algo digno de poco valor. Un hecho de por sí sorprendente, pues el amor, si es que es algo, es una realidad plenamente psíquica, esto es del alma, y como tal pertenece de manera natural al ámbito de estudio de una disciplina que se autodenomina 'psicología' -ciencia del alma-. Tal olvido dice mucho en realidad de los intereses que mueven esta 'disciplina de conocimiento' usurpadora y con pretensiones de ciencia empírica.
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martes, 28 de enero de 2014
Esoterismo cristiano: el Crismón
El escudo del Imperio Romano de Oriente, llamado 'Crisma de Constantino' y a veces lábaro, oculta diversos simbolismos de gran importancia. En primer lugar este emblema respondía al conocido lema del Emperador:
"In Hoc Signo Vinces"
("por este signo
vencerás")
Si seleccionamos la primera letra de cada palabra nos aparece el acróstico:
I - H - S - V
que son las
letras latinas que forman el Nombre de Jesús. En las iglesias cristianas latinas (occidentales) normalmente se representa este acróstico recurriendo sólo a las tres
primeras letras:
I - H - S
motivo que aún es fácil de encontrar en diversas combinaciones y que también guarda varios simbolismos de los cuales tratamos aquí.
Esoterismo cristiano: Tarot
El
Tarot y el Oráculo de Toth
Comenzaremos nuestro recorrido por el esoterismo cristiano observando algunos de sus símbolos menos
evidentes. Desvinculado desde hace siglos de las ciencias sagradas y
tradicionales (como la astrología) el Tarot
ha caído poco a poco en el descrédito y el mal uso. Aparece entre las 'pseudociencias' como una cartomancia y es empleado para 'adivinar' un hipotético futuro. Pero cabe preguntarse si éste es el fin con
que fue pensado y diseñado en origen. Además semejante esfuerzo para un saber tan dudoso resulta sorprendente. Entendemos que en su origen
el Tarot no fue pensado ni diseñado para estos fines.
Muchos hacen derivar el
término "Tarot" del nombre del Dios egipcio "Toth".
Lamentablemente no hay relación alguna en su etimología. Una vez más se aceptan con facilidad fuentes de origen incierto y se niegan y desprecian obstinadamente las
fuentes tradicionales. No se entiende por qué procedimiento lingüístico puede
derivarse Tarot de Toth introduciendo una consonante de modo inexplicable en
medio de la palabra.
Sin embargo parece más
razonable que la palabra "Tarot" tenga su origen en un símbolo muy
conocido y que funcione como anagrama del mismo.
El Crismón
era el emblema de Cristo en la Alta Edad Media. Fue insignia del Imperio de
Oriente, Bizancio, se dibujaba en los tondos de Santa Sofía de Constantinopla,
aparecía en los escudos imperiales y se propagó por toda Europa durante el
románico como sello de Cristo. El Crismón está formado por las dos primeras letras del nombre de
Cristo, en griego Xristos, que significa
"ungido". Estas dos primeras letras son la Ji (X) y la Ro (P). Cuando se superponen dan el signo que conforma el Crismón. Esto es bien conocido por cualquiera mínimamente versado en
Historia del Arte.
Las otras dos letras del
Crismón son la a ("alfa", primera letra del alfabeto griego que corresponde a la A del
latino) y w, W
("omega" —literalmente 'O grande'— última letra del
alfabeto griego que corresponde a la O larga del latino). Primera y última
letras del alfabeto griego en referencia al principio y el fin del mundo que supone
Cristo Jesús, Rey del Mundo y Señor de los Tiempos.
De modo que el Crismón posee
las letras X, P, A
y W.
Por otra parte la palabra
TAROT posee dos T, una A
, una O y una R.
T - A - R - O - T
La X no es otra cosa que un aspa, o también, una cruz tumbada o girada. Cruz que está formada a su vez
por dos "Taus" (T) contrapuestas y unidas por su trazo superior
horizontal. Por tanto la X dividida en dos partes
iguales da lugar a dos T. Por su parte la W griega puede ser sustituida por su equivalente latina, la O. De modo que ya tenemos las letras -T, T, A,
O, R- que forman la palabra TAROT. Solo resta ordenarlas
adecuadamente.
El orden correcto nos lo da el sentido del círculo en que se inscribe el propio Crismón. No es casual que el Crismón se inscriba en un círculo, símbolo de los ciclos y de la rueda de la manifestación o samsara. Y, efectivamente, a partir del símbolo del Crismón se lee fácilmente la palabra Tarot.
El orden correcto nos lo da el sentido del círculo en que se inscribe el propio Crismón. No es casual que el Crismón se inscriba en un círculo, símbolo de los ciclos y de la rueda de la manifestación o samsara. Y, efectivamente, a partir del símbolo del Crismón se lee fácilmente la palabra Tarot.
Por otra parte podemos escribir la palabra
Tarot de forma circular, de modo que comenzara y terminara en la misma letra la T.
T
O
A
R
Así que las letras en que se
descompone el Crismón ordenadas convenientemente según la orientación del
círculo nos dejan leer:
T
A R O T
Esta teoría de la lectura
circular de la palabra se confirma mediante dos fáciles artificios. Por transliteración
de las letras que componen la palabra, artificio frecuentemente usado por los
cabalistas, cambiamos de lugar las consonantes entre sí y las vocales entre sí.
La palabra obtenida resulta clarificadora:
R
O T A R
Más fácilmente de conseguir.
Si en lugar de transliterar las letras cambiamos el punto de lectura de las
letras escritas en círculo. Si en lugar de comenzar en lo alto del círculo y leer en el sentido de las agujas del reloj leemos el signo en el sentido opuesto se encuentra la misma palabra:
R O T A R
Hay que señalar un último
detalle: si escrita la palabra Tarot en forma circular es leída comenzando en el punto más alto pero en el sentido
opuesto a las agujas del reloj se lee "Torá", la Ley.
El
Oráculo de Toth
Decíamos al principio que
muchos creen erróneamente que existe una relación etimológica entre
"Tarot" y el nombre del Dios egipcio "Toth". Nos parece ya
suficientemente demostrado que esta relación es falsa. Lo cual no significa que
no exista relación alguna. Realmente hay una relación entre el Tarot
y el Dios Toth, pero no es etimológica.
Esta relación entre ambos
términos proviene de los significados y enseñanzas más profundas que
representan. Toth es el Dios que en la
tradición egipcia inventó la escritura y la enseñó a los hombres. Se le
representa habitualmente con cabeza de Ibis. De las tres escrituras que
históricamente se usaron en el Egipto faraónico la que se supone transmitida
por Toth es la más antigua de ellas: la escritura jeroglífica.
- Jeroglífico - del griego hieros glifos, "grabado sagrado". Efectivamente la escritura jeroglífica era considerada sagrada, de origen divino por los egipcios. Es bien conocido que esta escritura consiste en ideogramas de lo más variado. Emparentada con el término glifo tenemos otra palabra que tambien designa una lengua sagrada: 'petroglifo', "grabado en piedra".
La Tradición Hermética dice
que el Tarot es "el Libro de Toth". Esto, aparte de haber provocado
la confusión lingüística ya aclarada anteriormente no hay porqué ponerlo en
duda, siempre que no olvidemos que tal enunciado tiene un sentido simbólico. Es decir, no hay
porqué dudar del sentido simbólico del enunciado tradicional. Es fácil percatarse
de que el Tarot está compuesto de "ideogramas" como la misma
escritura jeroglífica egipcia. Si estos ideogramas fueran en su origen considerados sagrados cabe la posibilidad de que fueran emparentados a los jeroglíficos egipcios, quizá erróneamente, quizá simbólicamente en tanto lenguaje figurado -es decir con figuras-. He ahí la primera y principal relación entre
Tarot y Toth. No es la única.
Como ya dijimos a Toth se le
representa con cabeza de Ibis. El ibis era considerado en Egipto un ave
sagrada. El ibis aparece con sorprendente frecuencia en los portales y los
capiteles románicos de toda Europa. La Tradición Hermética nos dice también que
los cabalistas eran aquellos que conocían "la lengua de los pájaros".
Incluso el argot propio de los alquimistas y esoteristas de la Edad Media llegó a llamarse
"lengua de los pájaros" (lo cual tiene amplias implicaciones para aquel que quiera entender el
Camino de Santiago). Precisamente entre los romanos los augures eran quienes
conocían el "vuelo de las aves": a pesar de que nos ha quedado la
interpretación más superficial, esto es que predecían el futuro (¡sorprende que
sea la misma función adivinatoria a la que ha quedado relegado el Tarot!)
observando el vuelo de las aves en el cielo. Pero esto no es más que un modo sutil
de decir lo mismo: que poseían y manejaban un código comunicativo que no era
público o exotérico, sino esotérico y básicamente incomunicable, dependía de la intuición. La "lengua de los pájaros", el
"vuelo de los pájaros". Viene aquí a la memoria sin dificultad ese pasaje de la Tetralogía wagneriana en que la sangre del dragón Fafner otorga la inesperada cualidad a Siegfried de entender precisamente el canto de un pájaro del bosque. Demasiadas coincidencias para ser consideradas casualidades.
Precisamente recibía el nombre
de Hermes el equivalente griego del Dios Toth y en
la Alejandría helénica se le llamó Hermes-Toth. Hermes era el mensajero de los
Dioses y hacía el viaje entre el Olimpo y los hombres. Debido a esta movilidad,
cabe decir volatilidad, que define su función se le representa con alas en el
pétaso (sombrero de alas anchas propio de los pastores) y en las cáligas (sandalias). También la vara de Hermes, el
caduceo, posee un par de alas en su cúspide.
El diccionario nos dice que oráculo
es la "respuesta que da Dios por sí o por sus ministros". Entre los
gentiles esta respuesta se daba a través de pitonisas o sacerdotes
(hierofantes). Y ésta era exactamente la función primera para la que fue
diseñado el Tarot: como instrumento de comunicación con los dioses, como oráculo, para
recibir una respuesta divina. Por tanto realizaba una función de contacto y comunicación entre la esfera de los dioses y la de los hombres. Recordemos que la función principal de Hermes-Toth
era precisamente servir de enlace entre los dioses y los hombres. Ahora se entiende claramente
y sin lugar a dudas que el Tarot en tanto que vehículo e instrumento oracular para
comunicarse con lo numinoso no puede estar dedicado simbólicamente
sino al mismo numen que comunicaba cielo y tierra para la tradición esotérica. Puesto que el mismo Jesucristo
se proclamó fin y medio ("nadie va al padre si no es por mí") para
alcanzar esta comunicación el Tarot no puede sino referirse de modo inevitable
a él, a Cristo.
Aunque parezca sorprendente el Tarot en su forma
actual es un instrumento oracular de claro matiz cristiano si bien
evidentemente pertenece a la rama más esotérica y desconocida de la Tradición.
Este origen dentro del esoterismo cristiano explica no solo su nombre, un
anagrama en referencia evidente a Cristo sino también diversas referencias
cristianas en sus ideogramas, como por ejemplo el Tetramorfos presente en el
último de los Arcanos Mayores o la clara referencia a la Parusía en el Arcano XX, donde apreciamos una escena tan cristiana como la Resurrección de
los muertos y el Juicio Final.
Templo cristiano y astrología (IV)
Los 5 elementos en la arquitectura de la catedral
Según las tradiciones platónica y pitagórica, de las que procede la tradición hermética occidental, los cuatro elementos materiales
proceden de un Quinto Elemento o Quintaesencia llamado Éter. Puesto que el éter precede en la manifestación a los otros cuatro elementos la representación esquemática de los cinco elementos suele ser bien la cruz en el ámbito del plano, bien la pirámide si la representación es volumétrica. En el caso bidimensional de la cruz el éter -por ser más principial, más cercano al principio que los otros- se situaría en el centro, que es el punto primigenio del que emana dicha forma geométrica. En el caso de la pirámide el éter se situaría en la cima -un grado más elevado de la manifestación y por ello mismo también más cercano al principio- y cada una de las esquinas de la pirámide correspondería a uno de los otros cuatro elementos.
En el caso de la catedral gótica ideal representada sobre el plano encontramos la misma imagen: las cuatro columnas que enmarcan el crucero -espacio vano donde se cruzan la nave y el transepto- corresponden a los cuatro
elementos terrestres mientras el centro de este espacio cuadrado corresponde al éter o quintaesencia.
Por si esta analogía dejara lugar a dudas, sobre el crucero se eleva la bóveda en cuya cúspide está la piedra angular que sostiene no solo la bóveda sino también simbólicamente todo el edificio. Así como del éter proceden los cuatro elementos, de la cúspide de la bóveda proceden, a través de las nervaduras, las cuatro columnatas que delimitan el crucero y sostienen en esencia el edificio. Ahora bien, la piedra angular, cuyo simbolismo ha sido ampliamente estudiado, es equivalente a la cima de la pirámide[1], y suele llevar representado el 'Cordero místico' -o bien un simbolismo afín, como el Crismón-. De este modo toda la estructura -bóveda y crucero- expresa claramente el simbolismo teológico de la pre-existencia de Cristo "antes de todas las cosas", pues como los cuatro elementos se originaron a partir del éter, el universo mismo fue generado a partir del Verbo "y sin Él nada se hizo".
En el mismo centro del crucero se dispone en ocasiones el altar. Si interpretamos la catedral como una analogía del cuerpo humano, el crucero, de planta cuadrada, simboliza el pecho. El altar situado en el centro del crucero -que es el lugar simbólico del elemento éter como acabamos de ver- representa el corazón de la Iglesia -en sus dimensiones arquitectónica y mística-, y del hombre mismo entendido como microcosmos [2], pues el corazón está en el centro del pecho y oculta en sí la esencia del hombre. Así como los elementos se originaron a partir del éter y en la Gran Disolución final habrán de ser reabsorbidos en su origen, así el hombre ha de reintegrarse con su principio y esencia que yace simbólicamente en el fondo su corazón.
Puede ser adecuado señalar que, a partir de la arquitectura renacentista, la piedra angular fue gradualmente sustituida por el simbolismo del óculo, una apertura en la cima de la bóveda por la que podía entrar la luz, lo cual no altera en absoluto el simbolismo que venimos indicando y de hecho lo pone en relación con el simbolismo del Templo como gruta escondido en interior de la montaña universal (Axis Mundi), lo cual nos recuerda inmediatamente el conocido mito de la caverna platónica y ese agujero sito en su cima por el que penetraba la luz y por el que Glauco escapa del mundo de sombras y va a salir al 'mundo real'. En efecto todos estos simbolismos son el mismo y las correspondencias entre ellos no son para nada casuales [3].
Puede ser adecuado señalar que, a partir de la arquitectura renacentista, la piedra angular fue gradualmente sustituida por el simbolismo del óculo, una apertura en la cima de la bóveda por la que podía entrar la luz, lo cual no altera en absoluto el simbolismo que venimos indicando y de hecho lo pone en relación con el simbolismo del Templo como gruta escondido en interior de la montaña universal (Axis Mundi), lo cual nos recuerda inmediatamente el conocido mito de la caverna platónica y ese agujero sito en su cima por el que penetraba la luz y por el que Glauco escapa del mundo de sombras y va a salir al 'mundo real'. En efecto todos estos simbolismos son el mismo y las correspondencias entre ellos no son para nada casuales [3].
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[1] De hecho esta representación es mucho más acorde al simbolismo que la pirámide pues lo que en esta última es volumen sólido, en aquella es volumen vacío, es decir espacio puro, y precisamente el éter conlleva la cualidad del espacio. Por tanto el simbolismo es acorde a la enseñanza metafísica.
[2] Creado a 'imagen y semejanza'.
[3] Para el simbolismo del templo en el interior de la montaña véase Guénon, R. 'Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada'.
Templo cristiano y astrología (III)
La
Catedral y los Cuatro Elementos
Pasemos ahora a analizar otros simbolismos contenidos en la forma y disposición de la catedral en tanto que microcosmos que contiene en esencia -simbólicamente- el orden universal.
Puesto que cada punto cardinal guarda una
perfecta correspondencia simbólica con una estación del año y un signo del zodiaco puede ser asociado también a uno de los cuatro elementos de la Tradición occidental: fuego, aire,
agua y tierra. Estos cuatro elementos se ordenan de
menor a mayor densidad, siendo el Fuego el más inmaterial de ellos y la tierra
el más denso y pesado -y por lo tanto inferior y último- en el orden de la
manifestación. Los cuatro elementos en tanto que son muestra en la
Tierra de principios superiores pueden ser puestos en relación con otros tantos
elementos de otros niveles de la manifestación como se verá más adelante.
En primer lugar veamos la relación entre los elementos y los puntos cardinales, tal y como se muestran en la siguiente tabla:
En primer lugar veamos la relación entre los elementos y los puntos cardinales, tal y como se muestran en la siguiente tabla:
Este
|
Primavera
|
Aries
|
Fuego
|
Sur
|
Verano
|
Cáncer
|
Agua
|
Oeste
|
Otoño
|
Libra
|
Aire
|
Norte
|
Invierno
|
Capricornio
|
Tierra
|
Estas múltiples correspondencias
una vez trasladadas al caso particular que estamos analizando del plano esquemático de la Catedral dan como resultado:
Se aprecia cómo estas correspondencias y analogías son acordes al simbolismo religioso de la catedral:
- en la cabecera está Cristo, el cordero pascual, asociado a la primavera -cuando se celebra la Pascua, en la primera luna de llena de la primavera- y al signo de Aries -el carnero-.
- en la puerta occidental la Tradición iconográfica representa a Cristo en majestad -usualmente el Pantocrátor- y el Juicio Final, que quedan asociados al signo de Libra cuyo símbolo no por casualidad es unja balanza -de hecho en el arte flamenco es usual la representación del Juicio Final mediante una balanza, al del peso de las almas...-.
En efecto, comenzando el calendario astrológico en el signo de Aries y en el punto cardinal Este, si el sentido de giro es levógiro el signo de Cáncer caería en el punto cardinal Norte, en cambio si el sentido de giro del calendario astrológico fuera dextrógiro el signo de Cáncer coincidiría con el punta cardinal Sur. En todo caso, y aunque en la actualidad se nos escape el porqué, el sentido de giro con que se representaba el ciclo astrológico debía obedecer a poderosas razones.
Calendario del Portal Norte de la catedral de Chartres.
En la serie exterior pueden verse los signos de Sagitario (la parte humana del centauro conserva la cabeza pero le faltan los brazos) y una insólita representación del signo correspondiente a Capricornio con forma humana (¿?).
En la serie interior que corresponde a 'los trabajos' se muestra el mes de diciembre con un hombre acompañado de un cerdo.
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