jueves, 6 de marzo de 2014

Sobre simbolismos animales (II): parejas animales

La gaviota y el albatros.


Idéntica dualidad que la comentada entre la lechuza y el mochuelo encontramos entre la gaviota y el albatros. Siendo aves relativamente parecidas morfológicamente la gaviota por su comportamiento simboliza el mal -es un ave a menudo considerada satánica-, mientras el albatros es un símbolo de la pureza espiritual, la nobleza y la elegancia. 

Si nos referimos concretamente a la gaviota, es un animal conocido por lo pendenciero y conflictivo de su conducta -incluso con los de su misma especie-, ladrón y saqueador de nidos de otras aves, carroñero y oportunista, no en vano fue símbolo de la piratería. Además vive en ruidosas colonias donde no deja acercarse apenas a ningún otro animal, incluido el hombre. Semejante carácter sin duda ha marcado su carácter popular como ave agresiva y maligna. Un ejemplo de cómo es considerada popularmente como un ave astuta y traicionera, con un toque malvado, es su papel protagonista entre todas las aves en el film de Alfred Hitchcock, 'The Birds'.

El albatros en cambio ha sido considerado uno de los animales más elegantes y nobles, por su belleza pero también por su conducta, hasta el punto de que se consideraba digno de maldición matar uno, como bien nos recuerda el famoso poema de Coleridge. Esto significa, si sabemos interpretar estos signos que quedan en el folclore popular, que este animal fue en un tiempo considerado sagrado. 

Además el albatros desde antiguo fue símbolo de la lealtad y la fidelidad y del amor puro contrario a la lujuria. Es sabido que esta idea proviene del hecho de que el albatros mantiene una sola pareja durante toda la vida a la que es fiel y con la que se reencuentra de año en año para criar, siempre en el mismo lugar. Debemos destacar una vez más la capacidad de observación de los hombres antiguos pues de un modo u otro ya habían advertido este comportamiento y les había parecido relevante. Esto es particularmente llamativo. 

Por tanto volvemos a encontrar idéntica oposición entre aves muy cercanas morfológicamente pero bastante alejadas etológicamente en su carácter y comportamiento. Hemos de decir que la lechuza no es considerada tanto maligna como de mal agüero, mientras la gaviota era considerada un ave maligna. 

Esto indica otra diferencia bastante llamativa, la lechuza por alguna razón -sin duda en base a la ley de analogía- posee el valor de un signo -advierte de la cercanía del mal- mientras la gaviota no avisa propiamente del mal sino que lo personifica de algún modo, es considerada un ave mala en sí. A la gaviota como hemos visto se la atribuye astucia, inteligencia y una intencionalidad en hacer el daño, a otras aves en particular, a las que acosa, roba y saquea. 




Otras parejas animales. El caballo y el burro. 


Otra pareja significativa de 'animales opuestos' es la formada por el caballo y el burro. Aquí la oposición va más allá del carácter de bondad y maldad y entran en juego muchas otras cualidades como inteligencia, nobleza, pasión o capacidad de entrega y sacrificio. El caballo, símbolo solar por excelencia, representa todo lo noble mientras el burro, por otra parte un animal de trabajo que ha sido indispensable en el mundo rural mediterráneo, es símbolo de varios vicios y pecados, como la tozudez, la pereza, el egoísmo -entendido como la dictadura del ego inferior sobre la inteligencia superior- y más concretamente es asociado a la reincidencia en el error (Charbonnaeu-Lassay). 



El cerdo y el jabalí. 



Por último otro ejemplo que podría citarse es el del jabalí y el cerdo. Aquí también, como en el caso anterior, el animal salvaje representa cualidades nobles y el animal doméstico vicios y pecados. El jabalí, a pesar de su fiereza e indomabilidad, hace gala por su forma de vida de cualidades consideradas muy valiosas, como el valor, y muy especialmente una cualidad que era considerada una manifestación de una fuerza espiritual -igual que la visión nocturna del búho y el mochuelo- como es la capacidad de vivir en lo más oculto de la naturaleza y de atravesar la espesura saliendo indemne. Así por su tendencia a vivir en lo salvaje, alejado de lo confortable y su resistencia fue símbolo primero de los druidas entre los pueblos celtas y en la era cristiana de los eremitas que se retiraban al desierto para luchar contra los demonios. 

El cerdo en cambio es símbolo ancestral del pecado, sobre todo de los pecados de gula y lujuria, pero también de la falta de discernimiento espiritual por su tendencia inevitable de revolcarse en el barro y vivir entre suciedad.  


La convivencia pacífica de san Antonio Abad -padre del eremitismo cristiano- con un cerdo 
simboliza el dominio del monje sobre el alma inferior o pasional.
('La tentación de san Antonio', El Bosco)


Como vemos, este tipo de dualidades contenidas en el simbolismo animal suelen remitir finalmente a la idea básica del bien y el mal, y de correcto-incorrecto. Así, una de las especies de la pareja pasa a ser considerada la forma 'correcta' de ese tipo de animal -mochuelo, caballo, jabalí, albatros- que en la edad media se definía sencillamente como forma recta -'rectus'- y la otra especie pasaba a ser su forma inversa -'inversus'-. Esto significa que la especie inversa carecía de una identidad propia, pues era interpretada y definida por contraposición a la 'forma recta'. En el pensamiento platónico medieval, la 'forma correcta', al simbolizar el Bien y todo lo que a él se asocia -como la Belleza y la armonía, etc.- marcaba el patrón ideal; y la contra-forma o 'forma torcida' representaba una imitación y una degeneración pues carecía de las cualidades superiores de la otra forma. 

Esto supone una devaluación ontológica de ese ser, que además pasa a poseer connotaciones infernales en tanto reflejo especular -invertido- de la forma normal o correcta que es tomada como referencia. El diablo es considerado en la teología medieval la 'inversión' del orden normal, al que imita groseramente al espíritu con la intención de suplantarlo, pero tal imitación siempre contiene algo de deforme y de grotesco, la 'fealdad' entendida como desequilibrio, fealdad detectada en la presencia de algún tipo de asimetría o desproporción en la figura de ese ser, es decir como una falta en la Belleza, y atribuida a un desequilibrio espiritual e interior. La fealdad, al igual que la belleza eran para el hombre medieval una manifestación exterior de una causa interior, de nivel más profundo y oculto [1]. 

Metafísicamente la especie considerada como desviada del canon normal, la especie 'errónea', tenía menos dignidad espiritual y se encontraba más lejos del ser. Estaba más lejos del centro representado por el Espíritu, era más periférica. Desde el punto de vista metafísico esto implica que posee menos realidad que las especies 'de referencia', pues solo existe en comparación u oposición a aquellas [2]. Es quizá por eso que a menudo sean especies cercanas al hombre o que buscan su proximidad, pues es puede entenderse desde un punto de vista metafísico que por su desequilibrio y su estatus ontológico inferior -su posición periférica respecto a otros seres- busquen ser corregido acercándose al centro que la humanidad representa. La existencia de estas des-armonías naturales no era contradictorio con la idea del Bien supremo pues en la manifestación todas las posibilidades del Ser debían encontrar su lugar y mostrarse de alguna manera. 



*

[1] Por lo demás, si atendemos a la filogenia de ambas especies nos encontramos en un caso análogo al de la pareja mochuelo-lechuza, y es que, a pesar de sus parecidos evidentes -su silueta es similar, ambas son aves marinas, etc...- las dos especies están solo lejanamente emparentadas pues pertenecen a diferentes órdenes ornitológicos: mientras la gaviota pertenece a los Charadriiformes, el albatros forma parte de los Procelariiformes
[2] Igual sucedía con el concepto de enfermedad.
[3] Esto posee algunas connotaciones metafísicas, filosóficas y éticas de primer orden, y no solo con respecto al reino animal. No es este el lugar para extenderse sobre ello pero las indicaremos someramente. 

  • En primer lugar al respecto de entender lo que es la 'negatividad', que no es ontológicamente una cualidad sino en realidad una carencia, es decir la falta de una cualidad o virtud. Esto tiene implicaciones al respecto del concepto del mal. 
  • En segundo lugar podría hipotetizarse acerca de cómo el hombre fue creado completo -lo que no es sino la idea del 'Hombre primordial'- y el pecado supone una pérdida de sus cualidades primigenias y originales, lo que conlleva metafísicamente una merma en su ser
  • En tercer lugar cabe reflexionar sobre todo aquello que nace, no por sí mismo, sino 'en oposición a' otra cosa, todo lo cual no existe realmente pues no manifiesta ninguna cualidad o virtud en sí sino que se opone a ellas mostrando tan solo la carencia de las mismas. 
Las implicaciones de este tercer punto acerca de la civilización occidental -no solo nacida 'en oposición a' la sociedad tradicional sino orgullosa de su odio al pasado- muy particularmente a la forma en que entiende la política -no como unión sino como protesta, en esa constante batalla por exigir supuestos derechos y libertades (¿?)- son tan obvias que no requieren de mayor explicación. Diremos para terminar que, metafísicamente, la civilización occidental tiene un grado de ser -en la escala ontológica, si puede hablarse así- extremadamente bajo, inversamente proporcional a su acedia y su ira para con lo que no es ella misma. 

2 comentarios:

Garriga dijo...

pensaba en eso del cerdo, degradado, por nosotros que lo criamos para comerlo. Y las expresiones de comí como un cerdo.
Y de la depreciación subjetiva de todo lo que domesticamos que es como despreciarnos, a nosotros mismos.

Dr. Ramsés dijo...

Sí, para el pensamiento tradicional -por la analogía que hay entre el interior del hombre y fuera de él- los animales simbolizan virtudes y cualidades del alma humana. En ese reparto de cualidades por lo general los animales domésticos suelen tener valoraciones peores que los salvajes a pesar de su utilidad.

Un saludo y gracias por leernos.