viernes, 6 de marzo de 2009

Reflexiones sobre Hermes (V)

Hermes y los Arcángeles.

En su papel de emisario divino y transmisor de mensajes celestes a los hombres la relación con lo que la tradición judeo-cristiana denomina ángeles es más que evidente. Los ángeles han sido siempre figurados bien como aves que descienden del cielo, bien como seres alados más o menos antropomorfos. En este sentido podría incluso relacionarse la figura de Hermes con las representaciones tradicionales del Espíritu Santo en forma de paloma. El Espíritu Santo es el paráclito enviado por dios, el espíritu protector de los fieles, pero también es quien otorga la inspiración divina y como tal se le representa soplando al oído de los maestros inspirados, como san Agustín o Gregorio Magno por ejemplo. El soplo del espíritu deja la forma de intuición sutil para tomar la forma del lenguaje humano y plasmarse como escritura, es por ello que proporciona a aquel a quien acude el divino don de la sabiduría, atribución que posee también Hermes-Toth. Recordemos que Toth también era representado, con tablilla y pluma de escriba, bajo la forma de un ave sagrada: el ibis. Se puede señalar como anécdota que la otra representación corriente de Toth era como papión, animal cinocéfalo (con cabeza de perro).

Pero más allá de posibles relaciones con el Espíritu Santo es especialmente significativa la relación con cuatro arcángeles de la tradición judeo-cristiana.

En la mitología hebrea hay 7 arcángeles (tantos como planetas) aunque los nombres de algunos de ellos varían según las fuentes. Algunas tradiciones cabalísticas los emparentan con las sefirot y cambian su número al de diez. Cada uno de ellos comanda un coro (o ejército) celeste. En la Biblia tan solo aparecen nombrados 3 de ellos (Miguel, Gabriel y Rafael) por lo que el cristianismo solo acepta el culto a estos tres, presentes también en el Islam. Según la cábala hebraica los arcángeles, relacionados con los sefirot, son:

- Metatrón -
- Raziel -
- Zafqiel -
- Zadqiel -
- Kamael -
- Rafael – en la séfira central, Tifereth, correspondería con el sol y el corazón.
- Haniel – correspondería con Venus
- Mikael – correspondería con Mercurio
- Gabriel – corresponderia con la luna
- Sandalfón –

A menudo los papeles de Rafael y Mikael (precisamente los equivalentes a sol y mercurio) se intercambian y confunden.

Los cuatro que nos interesan son:
  • Miguel - Es el jefe de todos los ejércitos celestes (milicia celeste) y por tanto el más importante arcángel. Su misión principal es la lucha contra el demonio y mantenerle prisionero en el infierno. Es patrón de los caballeros y protector de la Iglesia. También tiene funciones relacionadas con los muertos como la psicostasia, hacer el peso de las almas en la balanza (relación con Anubis). Vigila las puertas del Edén.
  • Arcángel Gabriel – es el mensajero divino por antonomasia. Aparece por primera vez en Daniel con la misión de interpretar y explicar las revelaciones y visiones al profeta para que pueda entenderlas. Se le representa con un mensaje escrito en la mano o una epístola (como a Toth) y un lirio (símbolo de la Anunciación a la Virgen). Según la tradición tb vigila el jardín del Edén (función coincidente con Mikhael).
  • Arcángel Rafael – protector de los viajeros, de la salud y del noviazgo por su misión en el Libro de Tobías. Sus atributos son un bastón (como Hermes y Odín) y un pescado. Vemos numerosos parecidos con san Cristóbal. Por ejemplo recordemos que san Cristóbal, tb patrón de los viajeros, se ayuda de una enorme rama o tronco seco para cruzar el rio embravecido. Además el pescado, usado para sanar a Tobit y expulsar al demonio Asmodeo, es un ser que habita en las aguas inferiores donde se mueve libremente y tb es símbolo de Cristo (Ychtios). Además si Rafael es protector de los novios, Cristóbal es patrón de los solteros.
  • Arcángel Azrael – ángel de la muerte, psicopompos que guía y ayuda a las almas de los difuntos (parecido evidente con Hermes-Anubis). Recordemos que los romanos unieron ambas divinidades bajo la forma de Hermanubis, deidad con cabeza de perro.

Reflexiones sobre Hermes (IV).

Hermes y San Cristóbal.


La figura de Hermes ha pervivido en otras tradiciones más recientes. A este respecto señalamos aquí su relación con san Cristóbal y con los arcángeles, al menos con cuatro de ellos.

Cristóbal, del griego Cristóforos, portador de Cristo. El mítico santo cristiano es un conocido símbolo iniciático y muy empleado en la tradición alquímica (que recordemos se autodeclara como hermética y remonta su origen al mismo Hermes Trismegisto).

Debemos advertir que Cristo, comúnmente entendido como deidad solar por ser la luz verdadera que ilumina el mundo, siempre ha sido comparado al oro -y a otros símbolos tradicionalmente solares como el león-, en particular en el simbolismo metálico propio de la alquimia. Así encontramos que san Cristóbal:
  • Fulcanelli relaciona a san Cristóbal con lo mercurial, añade además que las representaciones góticas de este santo eran pintadas de color gris metálico. (El misterio de las catedrales).
  • En tanto que mercurial guarda relación con Hermes-Mercurio.
  • San Cristóbal lleva sobre sus hombros el ‘oro alquímico’ (Cristo), que será la piedra filosofal, en sus primeras fases.
  • Sirve así de guía y soporte al mismo durante una peligrosa fase de la ‘Gran Obra’ entendida como el proceso iniciático (R. Guénon).
  • Cruza las aguas inferiores (el río turbulento) que tratan de arrastrarlo (aquí el río tiene el mismo significado que el mar tempestuoso en el mito de Jonás).
  • Aludiendo a otro simbolismo lleva al sol (Cristo) sobre sus hombros: Mercurio es el planeta que anuncia al sol, alegóricamente se puede entender que lo arrastra tras de sí.
  • Ya hemos mencionado antes la estrecha relación entre Hermes-Mercurio y el dios solar Apolo, su hermano mayor, del cual es el heraldo.
  • Este simbolismo solar de transporte se puede relacionar asimismo con la mitología egipcia, san Cristóbal cumpliría así el papel del barquero del mundo inferior que guía al sol por la noche del mundo inferior (el viaje nocturno del sol por el otro lado del mundo después de ponerse en el horizonte). En efecto este viaje también se produce sobre las aguas, en este caso del mundo inferior, las mismas aguas que deben cruzar las almas de los muertos. Este simbolismo del cruce de las aguas es común a muchas tradiciones y lo encontramos también en la tradición greco-latina bajo la forma de Caronte. Encontramos aquí referencia al psicopompos y al guía cualificado para penetrar el mundo inferior (algo que lo emparenta sin duda con la tradición chamánica).
  • La relación entre Caronte (que se acompaña del perro Cerbero) y Anubis (deidad con cabeza de perro o chacal) en este caso no debe ser menospreciada.
  • La tradición medieval hacía de san Cristóbal un santo africano, a quien describen las fuentes griegas como κυνοκηφαλοι, kunokefaloi, "cinocéfalos". Las fuentes latinas tradujeron el término por canineus, "perruno". Esta extraña tradición originó que se representara iconográficamente a san Cristóbal con cabeza de perro lo que le pone en relación directa con Anubis, el dios egipcio de la muerte y el tránsito de las almas. Vemos cómo las correspondencias no son para nada casuales.
  • El hecho de que la leyenda de san Cristóbal provenga de África y a él mismo se le considere según las fuentes ‘africano’ o ‘bereber’ refuerza esta hipótesis de su relación con la deidad egipcia.
  • Este papel de soporte y guía del dios solar en su peligroso viaje al mundo inferior puede estar haciendo referencia a la inquebrantable fuerza de voluntad de que debe hacer gala lo mental (lo anímico) en el transcurso del trabajo iniciático para llegar a la otra orilla (la de los ‘nacidos dos veces’) sin ser arrastrado por las pasiones y los pensamientos incontrolados generados por la naturaleza más inferior, mercurial y plomiza. Siguiendo esta interpretación vadear el río vendría a simbolizar la ‘muerte iniciática’, la muerte a ‘este mundo’ para alcanzar el segundo nacimiento, la otra orilla. En tal caso el río embravecido sirve de frontera y límite que el neófito debe cruzar decididamente lo que parece relacionarse una vez más con la figura de Hermes como dios de tránsitos, cruces y fronteras.
  • San Cristóbal es patrón de los arqueros, disciplina tradicional de claro simbolismo solar y vinculada a Apolo en la tradición grecolatina. Incluso en algunos casos esta atribución del arte de la arquería pasó al mismo Hermes.
  • Como patrón de los viajeros y caminantes, y en concreto de los peregrinos, ¿podemos ver aquí una nueva referencia al cuadro ya mencionado de El Bosco, ‘el peregrino’? Río, perro, bastón, todos ellos son símbolos asociados a san Cristóbal.

Reflexiones sobre Hermes (III).

Otras caras de Hermes.

Dioses asociados a Hermes:
  • Lugus – deidad pancéltica (común a todos los pueblos celtas). Es el clásico trikster de la mitología (precursor del bufón, del loco y del aventurero), un dios aventurero y astuto. Representado en regiones y tradiciones muy distantes entre sí (América del norte, Siberia, África) por el zorro y el chacal por su astucia (J. Campbell). Otro símbolo propio de Lug es el lobo, símbolo de la noche, del inframundo, de la muerte e incluso de los cementerios. Veremos que esto le relaciona con la tradición de dioses cinocéfalos (con cabeza de perro). Por su relación histórica con pueblos indoeuropeos y su presencia hasta tiempo reciente con pueblos animistas (quizá vinculados a la Tradición Primordial) podemos considerarlo una deidad de claro componente chamánico, el lobo seria su animal de poder, su tótem.
  • Odín – parece tener atributos comunes: bastón, la guía y protección de viajeros.
  • Toth – dios del lenguaje, la escritura y la sabiduría.
  • Anubis – dios de las almas de los muertos. Se le representa con cabeza de chacal negro. Es con el que tiene mayor coincidencia. Los romanos crearon la figura de Hermanubis.


Debemos hacer notar que en numerosas tradiciones, probablemente en todas las indoeuropeas por lo menos, al perro se le atribuye el papel de 'psicopompos' o guía de las almas de los difuntos. Un recuerdo que ha quedado de forma grotesca en el mito del can Cerbero. Recordemos también cómo al héroe Odiseo, recién regresado a Ítaca, el primero en reconocerlo es su perro.

El hecho de ser una deidad de origen arcadio, zona proverbial de pastores, puede darnos alguna pista. El perro está asociado tradicionalmente a la labor pastoril. No solo es un animal rural y lejano a las necesidades y la forma de vida de la polis sino que presenta u innegable papel de ayuda, como protector y como guía.

Llegados a este punto el perro parece simbolizar a la perfección el doble papel de toda religión en su dimensión iniciática: como protección del fiel ente los peligros que acechan a su alma (recordemos que el perro es el animal fiel, símbolo de la fidelidad) y como guía del alma a un más allá salvador, lejos de los peligros y la condenación de los infiernos. El perro parece así una curiosa figuración del ‘maestro espiritual’ o del ‘maestro interior’ que nos guía en el camino iniciático hacia la salvación de nuestra alma. ¿Quizá por ello se produjo la asociación entre Lug o el primitivo Hermes arcadio con los cánidos? Esto debe ser estudiado en más profundidad. Quizá debiera verse una relación aún más particular con los pueblos pastores nómadas, para los cuales en efecto el perro es un animal de vital importancia, aunque esta relación carece de pruebas. Aunque el perro (y más aún el lobo) también puede ser por sí mismo un peligro. Vemos cómo posee un aspecto dual de ayuda y peligro, según sea su carácter salvaje o doméstico.



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Por último y a modo de sugerencia queremos recordar aquí el primer (o último) Arcano Mayor del Tarot denominado ‘El Loco’, la carta sin número, en la cual vemos a un peregrino o viajero al que sigue de cerca un perro. Una revisión particularmente curiosa de este Arcano la encontramos en el cuadro ‘El peregrino’ de El Bosco, también llamado a veces 'El hijo pródigo'. En el mismo vemos a un peregrino que parece defenderse con su bastón del acoso de un pequeño perrillo (que no parece particularmente peligroso) y que próximamente habrá de cruzar un puente. Todo puente salva de forma lógica un río. Todos ellos símbolos que vemos asociados de un modo u otro a Hermes, aquí bajo la forma simbólica de Hermanubis, guía del mundo inferior. ¿Es quizá el cuadro de El Bosco una representación del viaje del alma después de la muerte?



          



            

La carta de 'El Loco' -el Arcano sin número del Tarot de Marsella- y dos versiones 
de 'El peregrino' o 'El camino de la vida' de El Bosco. 

La primera versión que se muestra es el reverso de los paneles exteriores del conocido tríptico 'El carro de heno' en la copia conservada en El Escorial (Madrid), existe una copia muy similar en el Louvre.

La segunda versión es conocida en ocasiones como 'El hijo pródigo', se trata de un tondo independiente conservado en Rotterdam y que puede ser considerado una obra maestra del género, de carácter moralizante pero, como toda obra maestra, susceptible de varias lecturas... 



Y no deja de ser curioso que el Tarot haya recibido el nombre de ‘Libro de Toth’, que su origen mítico se remonte a Egipto y que su legendario fundador no sea otro que Hermes Trismegisto.


Reflexiones sobre Hermes (II).



Primeras interpretaciones.

Estamos claramente ante una deidad intermediaria. El mundo intermedio se identifica con lo psíquico y Hermes es claramente un ‘dios-guía’ psíquico. Siguiendo el principio de analogía lo que en el plano físico es la guía del caminante, en el plano psíquico es la guía del pensamiento (de la mente e incluso del alma) que nos conduce a la sabiduría, por ello Hermes pasó a estar relacionado con la intelección, y muy en particular todo aquello que presentara un carácter asombroso o paradójico, como la resolución de problemas aparentemente insolubles o los juegos verbales o mentales. En general quedó asociado con todo aquello que requiriera de cierta astucia en su desempeño o consecución. En este sentido, puesto que el camino de Hermes sigue una secuencia de pensamiento no convencional y no del todo lógica, que podría calificarse de intuitiva, Hermes se vio asociado a todo tipo de revelaciones divinas, razón por la cual llegó a ser considerado el transmisor a los hombres de los mensajes -y la Voluntad- del cielo. 

"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, 
ni mis caminos son vuestros caminos"

(Is. 55:8)



Ser dios de fronteras y guardián de puertas (se le ponía a la entrada de las casas y las propiedades privadas o de los límites regionales) le convierte en protector y guardián de los límites y patrón de aquellos valientes que los cruzan, entendido esto también en sentido simbólico e iniciático, pues la iniciación se considera una frontera difícil de traspasar, cuyo tránsito marca un antes y un después.


Puerta = Frontera


Recordemos a este respecto que la iniciación es considerada en todas las tradiciones una muerte simbólica y espiritual del ‘hombre viejo’ para que pueda nacer el ‘hombre nuevo’. La muerte es una frontera, puede decirse que en cierto sentido es la frontera última y definitiva. La iniciación reproduce ese tránsito último, es una pequeña muerte al mundo para nacer al espíritu.

El gallo presenta un interesante simbolismo astrológico: el gallo anuncia el sol, a su vez el planeta mercurio precede al sol pues es el planeta más próximo al mismo.

Los dos planetas más próximos al sol son Mercurio y Venus, por lo que pueden considerarse casi como poseedores de propiedades o atributos especiales de la deidad solar. Unidos ambos (Mercurio y Venus en latín; Hermes y Afrodita en griego) dan lugar al hermafrodita, o Rebis alquímico. En este sentido la deidad mercurial (Hermes) siempre guarda una estrecha relación con la deidad solar (Apolo). En la mitología griega son hermanos (Apolo es el mayor) y Hermes lleva los mensajes de Apolo a los hombres. También se relacionan en sus atributos: la lira, el arco y las flechas y el caduceo, cuyo bastón dio Apolo a Hermes. Es evidente la relación que en muchos panteones de dioses conduce a confusión o identificación entre sus atributos y cualidades. Igualmente sucede entre Anubis y Osiris que tienen atribuciones identificativas en algunos casos coincidentes (respecto a los muertos y el juicio del alma por ejemplo).

Como intermediador su posición es a caballo entre dos mundos (el de los dioses y el de los hombres), además es el único dios olímpico que tiene libertad para moverse por los tres mundos (superior, inferior y terrenal). Por tanto su lugar simbólico es la atmósfera (entre cielo y tierra) y su elemento es el aire, lo que le pone en relación con la figura de los ángeles en otras religiones (pensemos en la escalera de Jacob). El aire debe ser relacionado con lo mental, con las ideas, fuerzas manifestadas en el orden sutil y en movimiento y cambio constante, y quizá con el segundo guna: rajas, de carácter expansivo y muy activo. La tradición griega nos dice que al poco de nacer Hermes no pudo resistir la tentación y se escapó de la cueva donde le había dejado su madre produciendo diversos altercados y desequilibrios, ¿hemos de ver aquí una muestra de ese impulso rajásico?





Reflexiones sobre Hermes (I).

El guardián de caminos.

En primer lugar expondremos una serie de datos que consideramos importantes de forma sumaria para más tarde analizarlos, compararlos y extraer algunas posibles y valiosas conclusiones.

Acerca del dios Hermes griego podemos decir:

  • Su culto parece de origen arcadio. La Arcadia era una región de pastores y como tal aparece en la mitología y la literatura griegas.
  • Su principal símbolo eran las ‘hermas’ que señalaban los cruces de caminos y las fronteras para que los caminantes/viajeros no se extraviaran.
  • Las ‘hermas’ eran mojones o montones de piedras por lo que tenían un doble aspecto: fálico por una parte y de fertilidad por otro (recordemos el supuesto parentesco entre los menhires y algunos cultos de fertilidad de la tierra).
  • Si es tan antiguo como se supone su culto y su representación lítica en los caminos mediante ‘hermas’ podría incluso estar emparentado con alguna cultura/pueblo megalítico (pelasgos por ejemplo).
  • Ya que las ‘hermas’ señalaban el camino al caminante podemos colegir que se trataba de un ‘dios-guía’ de caminantes y de buscadores en un sentido más general.
  • Era un dios del campo y la montaña, de la naturaleza, y con un marcado sentido de apoyo y ayuda.
  • En origen asociado a la fertilidad – las hermas que señalaban caminos, cruces y fronteras (mojones y señales de piedra verticales) eran símbolos fálicos y siempre se representaron genitales en ellas.
  • Mensajero de los dioses – es su atribución principal, se relaciona por ello con la inspiración divina.
  • Carácter apotropaico – pasó a estar asociado a la buena suerte; las hermas servían para mantener alejado el mal, como amuletos protectores de un lugar. Esto debe ser puesto en relación con la idea (aún superviviente en el Islam) de que la religión es protección del hombre fiel frente al mal.
  • En su culto aparecía como mediador entre patricios y plebeyos; un papel de bisagra social entre clases/castas: puso paz entre las dos serpientes del caduceo que luchaban.
  • Espía nocturno.
  • Guardián de los sueños – es intermediario entre Morfeo y los hombres que sueñan.
  • Guardián de las puertas – se ponían hermas (normalmente con cabeza y genitales) a la entrada de las casas; servían por tanto como protección.
  • Probablemente era dios de iniciaciones de oficio de la casta de los vayshias (mercaderes y comerciantes). Señalar como curiosidad que la iniciación de los comerciantes y mercaderes de la antigua Roma poseía un ritual en que se vertía agua sobre la cabeza del neófito, costumbre que nos recuerda poderosamente a la iniciación cristiana del bautismo.
  • Psicopompos – guía de las almas de los muertos en el viaje al más allá; por analogía tb lo era de las almas de los iniciados. La iniciación, como la muerte, se entiende como una puerta, frontera o límite entre dos realidades y estados.
  • Inventor/transmisor de fuego, artes, música y juegos deportivos – aunque son atribuciones secundarias tenía ciertos parecidos con Prometeo como deidad dadora de conocimiento.
Atributos:
  • Pétaso – sombrero de ala ancha
  • Alas en sombrero o en sandalias
  • Caduceo – vara de heraldo (mensajero) con serpientes entrelazadas.
  • Gallo – pájaro del despertar, que anuncia el nuevo día. Símbolo iniciático.
  • Tortuga - Según Homero inventó la lira vaciando usando el caparazón de una tortuga.

Atribuciones:

  • Dios de los pastores de ganado (la Arcadia era región de pastores)
  • Dios de los viajeros y de los que cruzan fronteras (no solo en sentido literal sino sobre todo simbólico)
  • Dios de las almas de los difuntos (las guía en su viaje al más allá)
  • Del comercio del cereal
  • De los atletas (tardío)

De todo lo anterior podemos, haciendo un ejercicio de síntesis, concluir que su papel es triple, como:

  1. Intermediador entre opuestos y en conflictos (arte de la retórica y del discurso).
  2. Comunicador de los mensajes, guía del pensamiento y el alma, funciones intelectuales.
  3. Guardián de caminos, fronteras y límites (sobre todo en un sentido simbólico.

jueves, 5 de marzo de 2009

Los dos 'san Juan' (I): el dios Jano y los dos San Juan



Los tres años de vida pública de Jesucristo se encuentran enmarcados por los dos ‘san Juan’ como por dos columnas que sustentan la revelación de dios en el mundo. Ambos juanes marcan un antes y un después en la historia, los límites tangibles, históricos y temporales de la presencia de dios hecho hombre y habitando entre nosotros. 

El bautismo en el Jordán por su primo san Juan Bautista marca el inicio de su misión pública, misión que encuentra su final en la cruz, donde poco antes de expirar, Jesús, en presencia tan solo de su madre y de su discípulo amado, de nombre Juan, les dice:

“Mujer, ahí tienes a tu hijo”.

Para después añadir:

“Ahí tienes a tu madre”. (1)



En efecto tras su bautismo en el Jordán Jesús comienza su prédica y adquiere más protagonismo progresivamente en tanto que la estrella del Bautista parece declinar apresuradamente hasta su desgraciado fin a manos de Herodes. Las mismas palabras de S. Juan Bautista son a este respecto providenciales: 


"Yo debo menguar y Él debe crecer". 


De este modo la misión pública de Jesús como profeta queda enmarcada entre dos juanes: el bautista y el evangelista. Uno anunció su venida [2] y el otro dio ‘testimonio de estas cosas’ y su ‘testimonio es verdadero’ [3]. No es descabellado tras estas y otras palabras de Jesús dirigidas a San Juan Evangelista (concretamente en la Última Cena o en su despedida final a orillas del Tiberíades) ver en el discípulo amado a un "heredero" (si puede hablarse así) de Jesús. 




Los dos 'san Juan' y el dios Jano

El nombre de Juan puede emparentarse etimológicamente con el de Jano, que procede del latín Iannua, puerta. 

En el mundo romano Jano era el dios de las dos caras, y era representado tradicionalmente con dos rostros que miraban en direcciones opuestas. Un rostro era joven mientras el otro era viejo. Curiosamente los dos juanes que enmarcan la vida pública de Cristo son también uno viejo (el Bautista) y otro joven (el Evangelista), idea respetada singularmente a lo largo de los siglos en su iconografía. 

Se decía que el rostro joven de Jano miraba al futuro y el viejo al pasado, por esta razón los romanos le consagraron el mes del año nuevo (Januarius = Enero): una cara miraba al año viejo y la otra al año nuevo. Además el dios Jano se situaba a menudo guardando las puertas, y los umbrales, con una cara mirando a cada lado, por lo que se le consideraba guardián de los 'pasos', en particular de aquellos momentos y decisiones de la vida que marcan un antes y un después. Pero también, y por la misma razón, era el dios de las iniciaciones, pues estas son consideradas un paso de una vida -vieja- a otra -nueva, por ello la expresión neófito, nueva planta-. 

En general presidía las iniciaciones de los oficios y las artes en la antigua Roma, pero muy en particular era asociado a los colegios de arquitectos y constructores. Encontramos aquí otra curiosa coincidencia o reminiscencia con los dos 'san Juan', estos son precisamente los patrones de la masonería, que durante siglos fue la continuación del colegio romano de constructores. Aquí una vez más el paralelismo entre los 'san juanes' y Jano es obvia. 



Simbolismo astrológico de Jano

Menos conocido es quizás la relación de Jano con el Sol. El año romano (y su calendario) estaba en función del sol y de su ciclo celeste. El fin de un año y el comienzo de otro eran señalados por el fin de un ciclo del sol (el solsticio de invierno) y el comienzo de uno nuevo.

Las dos fiestas anuales dedicadas a Jano coincidían precisamente con los dos solsticios, invierno y verano. Esto nos indica que ambos estaban considerados 'pasos' o puertas temporales, fronteras a un nuevo tiempo. Tiempo que debe considerarse cualitativo y no lineal y cuantitativo -como e sel tiempo moderno-: un tiempo de ascenso del Sol y otro tiempo que corresponde a su 'caída'. Sin duda esto tenía connotaciones simbólicas y no es de descartar que incluso los ritos de las iniciaciones de oficio estuvieran en función del momento del año. 

Si atendemos ahora a los dos 'san Juan' de la tradición cristiana es bien sabido que sus fiestas coinciden aproximadamente con los dos solsticios: San Juan Bautista es el solsticio de verano -comienzo del signo astrológico de Cáncer- y San Juan Evangelista corresponde al solsticio de invierno -comienzo del signo de Capricornio-. Una vez más la relación es evidente. 


Habida cuenta de todos estos paralelismos, cabe preguntarse si los dos 'san Juan' no han venido a sustituir de alguna manera lo que en la religión romana significaba el dios Jano y cuál era este significado. 

Como dijimos, los dos 'San Juan', abren y cierran un ciclo: la estancia de Cristo en la Tierra. Uno prepara su llegada y el otro asiste a su partida, recibiendo además el encargo de permanecer hasta que Él regrese. Es decir, ellos marcan y señalan el 'paso' que es Cristo. 

El Juan viejo (el Bautista) que desaparece con la llegada de Cristo, podría simbolizar las viejas tradiciones, la vieja Ley que será completada y cumplida por Cristo [4]. El Juan joven  por su parte, toma el testigo de Jesús y mira al futuro, a los nuevos tiempos, a la naciente tradición cristiana, no puede ser casualidad en este sentido que sea el de San Juan Evangelista el último de los cuatro evangelios, ni que él mismo  cierre con sus palabras toda la Biblia, él es el anunciador del nuevo tiempo en que Cristo se ha revelado a los pueblos.



Los dos 'san Juan' y la puerta del Templo

Los dos ‘san Juan’ también se han puesto en relación con las columnas de Hércules, que aparecen en el Plus Ultra (R. Guénon) y que señalan también los dos solsticios: el punto más alto -solsticio de verano- y el más bajo -solsticio de invierno- del curso del sol. 

Si ponemos en relación esta idea de los dos ‘san Juan’ como las dos columnas que marcan el límite al sol con la simbólica arquitectónica, encontramos una interesante relación. Las dos columnas del Plus Ultra pueden ser equiparadas a las dos columnas legendarias que custodiaban la entrada del Templo de Salomón: Jaquín y Boaz

Ahora bien, si imaginamos la entrada a un templo cristiano, por ejemplo románico, encontramos estas dos columnas en las jambas que flanquean la portada. Sobre ellas precisamente descansa un arco -habitualmente de medio punto- que simboliza el cielo, la bóveda celeste, y la ‘piedra angular’ de dicho arco  es el mismo Cristo, como dice el Salmo[5]:

            “La piedra desechada por los constructores vino a ser la piedra angular”. 


Precisamente en el lugar de esta ‘piedra angular’ es frecuente encontrar el Crismón, escudo y anagrama de Cristo. Cristo es esa ‘piedra angular’ que mantiene en equilibrio toda la estructura, toda la Iglesia -como cuerpo espiritual-, apoyado en las dos columnas que simbolizan los dos ‘san Juan’. Sin esta 'piedra angular' el arco -y simbólicamente todo el edificio- se derrumbaría. Cristo, según este simbolismo constructivo, mantiene unido y en equilibrio el universo mismo. Por tanto el simbolismo entre el arco de medio punto como curso del sol y las jambas del portal como sus límites -superior e inferior- es bastante claro. 

Pero además, debido al anterior simbolismo citado, la iglesia misma pasa a ser una gran puerta, un umbral espiritual: salida de este mundo, terrestre, y entrada en otro mundo, celeste. Aquí los dos ‘san Juan’, más allá de ser dos meras columnas, son los dos legendarios custodios, guardianes o vigilantes del umbral, del 'paso iniciático', tal y como les encontramos en ‘La Flauta Mágica’ de Mozart. Por tanto las dos profetas que enmarcan a Cristo y su presencia real en el mundo, vigilan también el acceso a Él.  

Según esta idea de los guardianes del umbral, los dos 'san Juan' toman otra forma en la arquitectura cristiana tradicional. Los dos colosos mitológicos que guardan el umbral -simbolizados en la tradición hebrea como las dos columnas del Templo, Jaquín y Boaz- son representados en las arquitecturas románica y gótica por los dos altos campanarios que flanquean la portada occidental de todas las catedrales europeas. Los campanarios cumplen la función profética de llamada y advertencia, sus campanas son 'voz que clama en el desierto' para quien la quiera oír, y cuyo sonido, según la creencia popular, ahuyenta los demonios. Los campanarios por tanto, anunciando y proclamando la presencia de Cristo en toda la tierra, toman el lugar de los dos 'san Juan': entre ellos queda la puerta al reino de los cielos, que es el mismo Cristo. 

Y como Jano era un dios de las iniciaciones, aquí también se trata de un simbolismo claramente iniciático: la iniciación es presentada aquí como el 'paso' de un umbral, como el cruce de una puerta, un ‘antes y después’ que implica una muerte -el hombre viejo que es el Bautista- y un nuevo nacimiento -el hombre joven, representado por el evangelista-[6]. La puerta es una frontera entre dos mundos: el pasado profano y el futuro sagrado, la muerte y la vida, o el mundo de la perdición de un lado y el mundo de la salvación del otro.

En la Cruz se cierra un ciclo. El ciclo crístico del ministerio entre los hombres de Jesús. Un ciclo abierto con un Juan (el Bautista) y cerrado con otro Juan (el Evangelista). Si Juan estará siempre -según dice Jesús en su despedida- hasta que Él vuelva y Juan no es otra cosa que el 'paso' de la puerta o el umbral que nos lleva a la nueva vida, quizá signifique que la puerta por la que se llega al Reino de los Cielos estará siempre accesible. 






[1] Juan 19:26-27.
[2] Juan 1:7; 1:15.
[3] Juan 21:24.
[ 4] 'No vine a abolir la Ley y los Profetas sino a darle cumplimiento'. (Mt 5:17)
[5] Sal 118:22; Mt 24:43.
[6 ] Es el 'segundo nacimiento' de la conversación con Nicodemo.

viernes, 17 de octubre de 2008

Mística y misterios



Se suele considerar que las palabras “misterios” y “mística” poseen el mismo origen etimológico: mistes; término que se refiere a “cerrar ojos y boca”, es decir a lo que produce oscuridad y silencio, que no puede ser visto ni comunicado y cuya única vía de penetración sea quizá el oído (el más sutil de los sentidos). Recordemos al respecto el importante papel del simbolismo de la caverna en todos los misterios antiguos; y tb el recogimiento interior, el abandono de los sentidos corporales, el “profundo centro” de San Juan de la Cruz; la caverna misma puede representar esta interiorización-aislamiento (anábasis) y la separación del cuerpo sensitivo (ascesis). Desde este punto de vista en el origen los místicos eran quienes se iniciaban en los misterios (Eleusis, Orfeo, Osiris, Mitra, etc.). 



Incomunicabilidad de los misterios.

En los ritos mistéricos siempre se hizo énfasis en su incomunicabilidad – puesto q no podía ser visto ni dicho era aquello que ni penetraba por los sentidos corporales ni salía de ellos, entraba por otra vía y quedaba resguardado dentro-. ¿Cuáles son las razones de esta incomunicabilidad? Probablemente que el conocimiento que suponen es contrario a la explicación discursiva racional (propia de la filosofía), no se deja explicar y esto por su cualidad esencial: el conocimiento adquirido a través de los misterios es irracional. Es esta irracionalidad una de las causas que lo convierten en inefable e inexpresable.

Esta incomunicabilidad tiene dos consecuencias:
  • Que el místico debe abandonar la idea de transmitir su saber, esto es el contenido de su experiencia (al menos en los términos acabados de un conocimiento) y tan sólo puede expresar su experiencia en tanto que vivencia fenomenológica y por tanto subjetiva, individual, concreta e intransferible. El místico puede decir lo que pasó (exterior) más no lo que fue (interior). El místico debe por ello “abrazar el silencio” con pesar, en función de su incapacidad para comunicar adecuadamente el mensaje que quiere transmitir.
  • Que la única vía de transmitir adecuadamente el mensaje es, no mediante palabras, sino proporcionando la experiencia de primera mano al otro; y para facilitar tal experiencia o vivencia, para señalar el camino que conduce hasta ella, se ha de recurrir al símbolo.

Es debido a la suma de ambas razones que la narración/explicación de los misterios toma siempre un carácter poético y simbólico. La narración, en virtud de la primera característica no puede dejar de ser un relato personal; y en virtud de la segunda característica no puede dejar de querer decir o expresar más de lo que de hecho dice, intentando siempre llegar más lejos, es decir, no puede evitar tomar una forma simbólica.

El símbolo es básicamente subjetivo de modo que ofrece a cada cual algo distinto que está en función de su capacidad (cualidad) y de su voluntad (intención) de comprender. A través del símbolo se puede llegar a percibir lo oscuro y recóndito, la otra realidad para la que se preparaba al hombre con los misterios. La exposición del símbolo a todos, iniciados y profanos, como puerta a los misterios (y a su conocimiento) deja a éste (al símbolo) demasiado expuesto a tergiversaciones y malinterpretaciones. Por ello, para librar al símbolo de los ataques exteriores, muchos símbolos (y también sus interpretaciones) se hicieron secretos y prohibidos, esto es, ocultos, esotéricos. Por esta razón todas las tradiciones mistéricas, con una elevada conciencia de comunidad y de integridad del grupo todas ellas, desarrollaron un fuerte componente de secretismo.

Hay aquí en efecto una cierta contradicción interna pues siendo el símbolo el único medio para compartir/transmitir este cierto conocimiento -incomunicable de otro modo cualquiera, racional y discursivamente-, parece contradictorio ocultar los mismos símbolos (que son la única vía) del común de la gente, privando a la mayoría por tanto de la única posibilidad para acceder a ese tal conocimiento. Hay aquí algo contradictorio y que debería ser mejor explicado. La explicación ad hoc tan frecuente de que tal ocultación respondía a razones de supervivencia de la comunidad (evitar peligros exteriores, defenderse del statu quo) no se sostiene, y esto por dos razones: 1) que en muchos casos históricos la religión mistérica fue la religión estatal o al menos tuvo apoyo y consentimiento de las instituciones gubernamentales (caso de los diferentes cultos mistéricos de Grecia o Egipto por ejemplo o de la época helenística); y 2) que en muchísimos casos la principal razón que ha conducido a la persecución de dichas comunidades mistéricas ha sido precisamente su carácter exclusivo y esotérico. Debe ocultarse aquí una razón de mayor peso que no alcanzamos a vislumbrar.

Resumiendo, la incomunicabilidad de los misterios era por tanto doble:
  • En función de su inexpresabilidad que impedía explicarlos y comunicarlos verbal y racionalmente. Es por esta razón que la forma historiográfica y documental que toma tal conocimiento es artística, poética y simbólica (incluso dentro de la misma tradición filosófica, tomando la forma del mito por ejemplo).
  • En función de su carácter privado o exclusivo (en tanto que poseído por un grupo determinado) que no debía ser divulgado por peligro de que el conocimiento fuera profanado o tergiversado. Es por esta segunda razón que el símbolo se torna sagrado, santo e intocable.

La raíz de este conocimiento intransferible es la identificación entre saber y ser. Se es lo que se conoce. Pero hay que puntualizar que sólo se conoce lo que se vive en uno mismo. No hablamos aquí de conocimiento verbal y discursivo por tanto, sino de experiencia.(*) Cuando esta experiencia se refiere a un ámbito que cae fuera del conocimiento cultural y del lenguaje humano se torna indecible, inefable, intransferible en todo punto.(**) Pues solo se sabe realmente aquello que se es, es decir aquello que se ha experimentado, llegando en último término a la identificación con el objeto de conocimiento y con el conocimiento mismo.

Esta argumentación tiene varias implicaciones: 

1) ofrecer el resultado de un conocimiento a otro sin haber transitado el camino es enteramente inútil. Sería como alcanzar la meta sin haber hecho el camino. ¿De qué nos sirven las conclusiones de la física o la matemática si no comprendemos su procedencia, su alcance o el camino que ha conducido hasta ellas? Y en tanto que se convierte en inútil, ¿merece la pena en estas condiciones su transmisión?

2) Un conocimiento al que no se ha llegado por sí mismo siempre será ajeno y como exterior, no se sentirá como propio (máxime cuando no ha costado ningún esfuerzo y su alcance ha sido gratuito). Será un conocimiento superpuesto o adherido a la parte más exterior de nosotros mismos. Nunca será considerado algo esencial, algo interior, algo fundamental para nosotros mismos. No estará indisolublemente unido a lo que somos, ya que somos eso, algo inseparable de nosotros mismos, con lo que nos identificamos sino que será como un vestido que puede usarse según la ocasión. 

3) El conocimiento (y ya no le conviene esta palabra) se convierte así en un dato anecdótico y nada más, presto al olvido, enteramente inútil. Algo con lo que no se identifica el poseedor, una joya de erudición a lo sumo, un dato más que pasa a engrosar la acumulación enciclopédica de nuestra memoria. Pero ¿es que puede la acumulación, el mero cúmulo de datos, sustituir la calidad de lo sabido/vivido? Efectivamente lo que llamábamos conocimiento ya no es tal. Ahora le corresponde otra denominación: información.


Pueden extraerse interesantes conclusiones al respecto de nuestra realidad social. La confusión ya referida en que se naufraga a menudo respecto a la diferencia y oposición entre Información y Conocimiento muestra el signo de nuestro tiempo, definido por otra oposición no menos fundamental que abarca aquélla: Cantidad vs. Cualidad. Y esta a su vez descansa en otra, madre de todas las demás, la confusión entre Ser y Tener. Cuando ambos términos se tornan equivalentes, estamos ante el Reino de la Cantidad. Se es lo que se tiene, solo entonces el conocimiento pasa a ser un traje, un disfraz que uno se pone y se quita según la ocasión. En un mundo donde prima la cantidad la información se impone al verdadero conocimiento, incluso pasa por él, lo suplanta y se hace pasar por conocimiento. El cúmulo de datos de nuestra sociedad de la información, la fiebre acumulativa de nuestra civilización expresada en cada muestra de su carácter (desde el consumo al fetichismo de la mercancía) amenaza con reproducir el mítico caos informe del origen de los tiempos y constituirse como su inversión maléfica (lo cual no hace sino confirmar las previsiones tradicionales). Sociedad de la información, pero no por ello del conocimiento.




(*) El problema que se plantea aquí es la relación inevitable entre conocimiento y lenguaje pues en efecto hay una equivalencia entre lo que sabemos y lo que somos capaces de decir, así como al revés: tiende a ser invisible para nosotros, y por tanto a no existir plenamente, aquello que no somos capaces de nombrar, esto es, aquello que no posee palabras que lo designen. Este tema, en efecto, nos lleva al punto de origen, aquel del significado de los misterios en cuanto son un conocimiento y una experiencia para los que no existen palabras, lo cual los convierte en indecibles en la práctica.
(**) La pregunta consiguiente es: ¿puede efectivamente experimentarse algo que cae fuera de las categorías humanas estipuladas, algo más allá de lo nombrable? ¿Acaso puede llamarse a eso experiencia? ¿Depende la experiencia para darse del lenguaje o puede haber experiencia más allá del lenguaje?