viernes, 6 de marzo de 2009

Reflexiones sobre Hermes (II).



Primeras interpretaciones.

Estamos claramente ante una deidad intermediaria. El mundo intermedio se identifica con lo psíquico y Hermes es claramente un ‘dios-guía’ psíquico. Siguiendo el principio de analogía lo que en el plano físico es la guía del caminante, en el plano psíquico es la guía del pensamiento (de la mente e incluso del alma) que nos conduce a la sabiduría, por ello Hermes pasó a estar relacionado con la intelección, y muy en particular todo aquello que presentara un carácter asombroso o paradójico, como la resolución de problemas aparentemente insolubles o los juegos verbales o mentales. En general quedó asociado con todo aquello que requiriera de cierta astucia en su desempeño o consecución. En este sentido, puesto que el camino de Hermes sigue una secuencia de pensamiento no convencional y no del todo lógica, que podría calificarse de intuitiva, Hermes se vio asociado a todo tipo de revelaciones divinas, razón por la cual llegó a ser considerado el transmisor a los hombres de los mensajes -y la Voluntad- del cielo. 

"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, 
ni mis caminos son vuestros caminos"

(Is. 55:8)



Ser dios de fronteras y guardián de puertas (se le ponía a la entrada de las casas y las propiedades privadas o de los límites regionales) le convierte en protector y guardián de los límites y patrón de aquellos valientes que los cruzan, entendido esto también en sentido simbólico e iniciático, pues la iniciación se considera una frontera difícil de traspasar, cuyo tránsito marca un antes y un después.


Puerta = Frontera


Recordemos a este respecto que la iniciación es considerada en todas las tradiciones una muerte simbólica y espiritual del ‘hombre viejo’ para que pueda nacer el ‘hombre nuevo’. La muerte es una frontera, puede decirse que en cierto sentido es la frontera última y definitiva. La iniciación reproduce ese tránsito último, es una pequeña muerte al mundo para nacer al espíritu.

El gallo presenta un interesante simbolismo astrológico: el gallo anuncia el sol, a su vez el planeta mercurio precede al sol pues es el planeta más próximo al mismo.

Los dos planetas más próximos al sol son Mercurio y Venus, por lo que pueden considerarse casi como poseedores de propiedades o atributos especiales de la deidad solar. Unidos ambos (Mercurio y Venus en latín; Hermes y Afrodita en griego) dan lugar al hermafrodita, o Rebis alquímico. En este sentido la deidad mercurial (Hermes) siempre guarda una estrecha relación con la deidad solar (Apolo). En la mitología griega son hermanos (Apolo es el mayor) y Hermes lleva los mensajes de Apolo a los hombres. También se relacionan en sus atributos: la lira, el arco y las flechas y el caduceo, cuyo bastón dio Apolo a Hermes. Es evidente la relación que en muchos panteones de dioses conduce a confusión o identificación entre sus atributos y cualidades. Igualmente sucede entre Anubis y Osiris que tienen atribuciones identificativas en algunos casos coincidentes (respecto a los muertos y el juicio del alma por ejemplo).

Como intermediador su posición es a caballo entre dos mundos (el de los dioses y el de los hombres), además es el único dios olímpico que tiene libertad para moverse por los tres mundos (superior, inferior y terrenal). Por tanto su lugar simbólico es la atmósfera (entre cielo y tierra) y su elemento es el aire, lo que le pone en relación con la figura de los ángeles en otras religiones (pensemos en la escalera de Jacob). El aire debe ser relacionado con lo mental, con las ideas, fuerzas manifestadas en el orden sutil y en movimiento y cambio constante, y quizá con el segundo guna: rajas, de carácter expansivo y muy activo. La tradición griega nos dice que al poco de nacer Hermes no pudo resistir la tentación y se escapó de la cueva donde le había dejado su madre produciendo diversos altercados y desequilibrios, ¿hemos de ver aquí una muestra de ese impulso rajásico?





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