viernes, 4 de septiembre de 2020

Símbolos de la manifestación informal.

Ya que al hablar del simbolismo polar de la oca tocamos someramente el tema de la manifestación informal creemos conveniente detenernos un poco más en él a fin de aclarar algunas particularidades y mostrar algunos de sus símbolos más habituales.

Comencemos mostrando brevemente qué lugar ocupa la manifestación informal dentro del esquema metafísico de la manifestación universal. Para ello seguiremos el esquema del árbol sefirótico como hemos hecho en otras ocasiones por ser un diagrama visual e intuitivo que facilita su comprensión. 

De forma muy resumida tenemos en primer lugar el mundo de la No-manifestación, mundo de los Principios. Bajo él y separado por un 'abismo' aparece la manifestación propiamente dicha, siguiendo el principio tradicional de que lo inferior siempre procede de los superior. 

Este primer nivel de manifestación es informal, es decir carente de cualquier atisbo de "individualidad" o cualquier otra particularidad que corresponda a los entes. Este nivel -y es por esto que nos hemos referido a ello en alguna ocasión- se confunde a menudo con el siguiente nivel metafísico, a saber, la manifestación formal sutil, la cual como su nombre indica ya es formal, es decir entra en el ámbito de lo sujeto a las formas, los límites, la diferenciación y también el devenir. 

Por último está el nivel de manifestación formal extenso -o grosero, que es la palabra que acostumbra a emplear Guénon-. Este nivel es el que se corresponde a la realidad material extensa y mensurable que como es obvio no puede separarse de la sutil, pues ambas están imbricadas entre sí, como las dos caras de una moneda. Pero es importante advertir que si la manifestación formal extensa nos parece sumamente diversa y compleja la manifestación formal sutil -aunque no la percibamos mediante los sentidos físicos al uso- es aún más compleja y diversa, pues en cierto sentido la realidad extensa solo es una materialización, una condensación, dirían en física cuántica, de algunas de las posibilidades contenidas en el nivel sutil, el cual a su vez es una parte mínima de las posibilidades contenidas en el nivel informal superior.    

Para mostrar esto último de forma visual presentaremos el anterior diagrama de forma aún más sintética en un esquema formado por círculos concéntricos. Cada círculo representa un nivel de la manifestación universal -dentro del cual existe un número indefinido de mundos- que incluye todos los niveles de manifestación inferiores. 

Los números de este esquema guardan correspondencia exacta con los del anterior. El círculo 1 es el nivel de la No-manifestación, el círculo 2 el nivel de manifestación informal -al que nos referiremos más específicamente a continuación-, el círculo 3 correspondería al nivel de manifestación formal sutil y la manifestación grosera o extensa queda reducida al círculo 4, pintado de color negro. Este esquema tiene la ventaja de permitirnos apreciar de forma intuitiva -no proporcional- la pequeñez que supone la realidad extensa frente a la vastedad y complejidad de los niveles superiores de la manifestación universal. 

Este esquema de círculos concéntricos fue a menudo usado en el arte medieval para transmitir de forma visual y sencilla dichos niveles de manifestación, como en esta ilustración del Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen, de carácter claramente conceptual. 


 

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Pasando ya más concretamente a la manifestación informal para imaginar de qué se trata podríamos identificarla a grandes rasgos con la Prima Materia aristotélica o la Prakriti hindú [1]. Prima Materia que no es de ningún modo algo 'material', ni extenso ni cuantificable, porque es básicamente la substancia universal de que está formado el universo, es decir potencia en sentido aristotélico, que será actualizada por la cualidad de Purusha, es decir el espíritu universal. 

Es por ello que la manifestación informal se puede relacionar a su vez con el principio femenino, Yin, y con los símbolos que se asocian a este, si bien hay que matizar que el principio femenino se presenta en todos los niveles de manifestación como es lógico, con las particularidades propias de cada nivel, de modo que hay que discriminar a qué nivel se refiere el símbolo en cada caso. En palabras de René Guénon: 

"... Esta indistinción, cuando se aplica a la totalidad de la manifestación universal, no es otra que la de Prakriti, en tanto que ésta se identifica con la hylè primordial o con la materia prima de las antiguas doctrinas cosmológicas occidentales; en otras palabras, es el estado de potencialidad pura, que en cierto modo no es sino una imagen reflejada, y por ello invertida, del estado principial de las posibilidades no manifestadas; y esta distinción es particularmente importante, pues la confusión entre posibilidad y potencialidad es el origen de innumerables errores." (R. Guénon, Iniciación y realización espiritual, pág. 215) 

Precisamente esta similitud, tan solo aparente y propia del punto de vista humano, entre lo informal y lo sutil es lo que da origen a la diferenciación tradicional entre las 'aguas superiores' y las 'aguas inferiores', correspondiendo estas últimas el ámbito psíquico y sutil.


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La cualidad fundamental de la manifestación informal es como su nombre indica carecer de forma, por lo cual sus símbolos más frecuentes serán aquellos que transmitan la carencia de forma o la disolución de la individualidad. Por eso uno de los símbolos predilectos para referirse a ella es el mar o el océano, la masa de agua ilimitada en su extensión y sin fondo, puesto que puede engullirlo todo sin verse modificado por ello

Véase que en la ilustración anterior, procedente de un manuscrito de Hildegard von Bingen, la frontera que señala el nivel informal está representado precisamente por ondas de agua que envuelven todos los niveles de manifestación inferiores el último de los cuales es la tierra con sus cuatro estaciones, es decir el mundo extenso. 

En el simbolismo del océano encontramos un ejemplo práctico de lo que decíamos anteriormente de la polivalencia de un símbolo pues muy a menudo el agua también puede simbolizar el alma, la psique. En el caso del océano no hay confusión posible pues nada ni nadie puede limitar ni contener el océano, por lo que debido a su extensión simbólicamente indefinida siempre se referirá a la manifestación informal y no al ámbito sutil, este último presentará la forma de agua bajo otros aspectos 'limitados': estanque, fuente, etc.

Este simbolismo del océano como punto de origen y de fin de toda manifestación formal y particular del tipo que sea se relaciona con otros simbolismos como los del pez, la ballena o la vieira o conchas del peregrino -véase nuestro artículo dedicado a la vieira aquí-.  

Además el simbolismo del océano como origen y fin, alfa y omega de la manifestación emparenta  también la manifestación informal con los símbolos de la Gran Madre universal, madre de todos los seres y a través de esta idea con la Virgen María.

Otro símbolo que representa muy bien la idea de la manifestación informal es la tierra negra, tanto por su carencia de forma particular como por su fertilidad, pues es donde crece y da fruto la semilla -espíritu-. Un símbolo que fue muy importante en la mitología del Antiguo Egipto y heredado en buena medida por las tradiciones hermética y cristiana. 

Muy relacionados con este último se hayan el barro y la arcilla, que al igual que el agua no tienen forma propia y adoptan aquella que les da el alfarero, de ahí el término escolástico hilemorfismo, que designa los dos principios a que nos referimos: materia y forma, o en terminología hindú, Prakriti y Purusha. En efecto la arcilla es la substancia amorfa, la posibilidad universal, la Prakriti; mientras el alfarero cumple el papel del espíritu al imprimirle forma, es decir orden.  

Simbolismo análogo a este último es el simbolismo constructivo: la piedra bruta sería aquí la materia prima o manifestación informal y el cantero -o escultor- que le da forma cumple la función del espíritu -o gran arquitecto del universo en terminología masónica [2]-.

Más allá del océano, la tierra fértil y el barro del alfarero, que son sus símbolos principales, son símbolos de la manifestación informal y las 'aguas superiores' todos aquellos que como el mar o el océano transmitan la idea de engullir la manifestación sin verse modificados ni afectados o bien la posean la característica de ser indiferenciados -como también lo es el mar-. En definitiva todo aquello a lo cual ni la cantidad por mucha que sea ni ningún ser en particular pueda añadir ni restar nada. Algunos ejemplos de esto podrían ser la gruta y la caverna y, sobre todo, el desierto, análogo al océano, un espacio indiferenciado que disuelve las formas, pero de arena en lugar de agua, que es descrito a menudo bajo la metáfora del 'mar de arena'

Resumamos brevemente los principales símbolos de la manifestación informal:

  • el océano, el mar;
  • el barro, la arcilla;
  • la piedra bruta de los constructores y escultores; 
  • el desierto;
  • la gruta, la caverna;
  • el hielo, más concretamente los hielos eternos de las cumbres de las montañas.

Cuando se habla de aguas inferiores y aguas superiores generalmente lo que entendemos por agua como elemento líquido por ser más denso y material representan las aguas inferiores mientras el aire, pneuma o atmósfera por ser más sutil representa las aguas superiores. La interpretación siempre va a depender del punto de vista, si es de lo superior a lo inferior o si es de lo inferior y particular a lo superior e indeterminado. 

No hay que confundir este significado del aire o la atmósfera con la representación del 'mar de nubes', muy frecuente en los pórticos románicos, y que representa el 'abismo' -ver la ilustración del árbol sefirótico al comienzo del artículo- que separa el mundo manifestado de la No-manifestación. 

Quizá la más famosa representación del 'mar de nubes', el personaje generalmente identificado con la Sabiduría en el medallón del pilar central del pórtico occidental de Notre Dame de París. 



[1] "Materia prima, como el principio pasivo de la manifestación universal, es decir, la potencialidad pura, que es el equivalente de Prakriti en la doctrina hindú." (R. Guénon, El reino de la cantidad y los signos de los tiempos, capítulo I).

[2] Ya que estamos tratando de delimitar los diferentes grados o niveles metafísicos no estará  de más matizar aquí que -tal y como se deduce de lo anteriormente dicho- el GADU de la masonería dista mucho de ser el equivalente de un Dios monoteísta o del Dios trascendente de las tradiciones politeístas; al hablarse del demiurgo o del arquitecto del universo no no nos encontramos en el nivel del Ser -más comparable al motor inmóvil de Aristóteles- sino en todo caso en el nivel de los dioses fecundadores y ordenadores de la mitología, de carácter típicamente masculino, como pueden ser Zeus, Indra o Thor. 

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