sábado, 25 de abril de 2015

Catedral gótica y esoterismo cristiano (II)

Presencia de los 'tres mundos' en la catedral medieval. 

Según lo que hemos dicho hasta ahora acerca del valor como microcosmos de todo templo, sería de esperar que los 'tres mundos' se encuentren, como una suerte de resumen del universo, contenidos y representados de algún modo en el propio templo cristiano medieval. Así es en efecto, y además lo están por partida doble: podemos encontrarlos representados en la planta del templo y también en su alzado. Esto es así, conviene hacer la aclaración a fin de evitar malentendidos, siempre y cuando se cumpla la condición básica de haber sido edificado el templo conforme a las reglas -el canon- de la arquitectura sagrada, como ya hemos comentado antes, lo que por otra parte era lo habitual en la edad media, no así en tiempos más recientes y prácticamente nunca en tiempos modernos. 


Alzado de la nave central de la catedral de Nôtre-Dame de Chartres, 
donde se aprecia claramente la división en los tres niveles de manifestación o 'mundos'. 
El triforio corresponde al mundo intermedio. 


Como puede verse en la ilustración anterior, la identificación de los 'tres mundos' en el alzado de la catedral medieval no presenta mayores problemas:
  • la cripta se corresponde con los mundos inferiores, niveles de manifestación infrahumanos.
  • el nivel del suelo, el nivel por el que transitan los fieles y peregrinos, limitado por las altura de las columnas que sostienen el edificio se correspondería con la manifestación formal, es decir el plano de la existencia humana en su modalidad corporal.
  • desde los capiteles de las columnas de este primer nivel hasta el arranque de las bóvedas, todo el espacio vano de la gran nave donde se encuentra el triforio correspondería al mundo intermedio, plano de manifestación informal. 
  • por último la bóveda remite al Uno -séfira Keter, la Corona- pues cada clave de bóveda reúne todas las líneas contenidas en ese tramo de la catedral, unificándolas. Este sería por tanto el mundo superior inmanifestado, el plano del Ser.



   

Inclusión de los 'tres mundos' en la sección transversal y en el alzado 
de la nave central de la catedral de Nôtre-Dame de Paris. 

La sección transversal de esta catedral es particularmente interesante pues permite comprobar cómo la catedral evoca la 'montaña cósmica' -el monte Meru de la mitología hindú y el Ben-ben de la mitología egipcia-, que se presenta como formada por numerosos niveles ascendentes en el camino hacia la cumbre -el Uno, el Polo de la manifestación-. La montaña es un símbolo cósmico universal cuya forma es empleada a menudo para señalar los lugares sagrados de muchas culturas, como es el caso de los zigurats babilónicos o de las pirámides. Por su parte el espacio interior por el que transitan los peregrinos recuerda poderosamente la primitiva caverna iniciática.


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Por lo que respecta a la planta del templo, los 'tres mundos' quedarían inscritos tal y como se muestra a continuación. 


Superposición de la tríada de mundos sobre la planta de la catedral de Chartres. 
Como hemos indicado al comienzo del artículo, a lo largo de todo este trabajo se toma como modelo ideal del templo cristiano la planta tipo de las catedrales góticas medievales. 


Parece indudable que los mundos superiores e inmanifestados -lo que se denomina comúnmente 'el Cielo'-, son representados aquí a través de las formas curvas de la cabecera del edificio: la circularidad del ábside y sus diversas capillas adyacentes. El Cielo es universalmente representado por el círculo, y de hecho a menudo se le denomina 'bóveda celeste'. En cuanto a su simbolismo metafísico el círculo es la forma que contiene todas las formas por lo que remite a la Posibilidad universal así como a la libertad del espíritu para asumir cualquier forma, es decir para manifestarse libremente y sin ataduras. 

Mientras el círculo es una figura que hace pensar en el movimiento continuo y armónico, el cuadrado por su parte evoca la estabilidad, la inercia y la pereza -la dificultad para el movimiento y la acción-, por esta razón es empleado para evocar los estados más inferiores y pesados de la manifestación. Estos estados son representados mediante las formas masivas y cuadradas de la zona occidental del edificio -tal y como se aprecia en el dibujo de la planta- de la que destacan ante todo las dos torres que sirven de campanarios. 

El círculo representa así el comienzo, la adaptabilidad y la juventud; el cuadrado el fin, la rigidez y la vejez, el estado final de la manifestación cuando todas las posibilidades contenidas al comienzo del ciclo han sido agotadas. Recordemos además que el cuadrado y el número cuatro son símbolo de la Tierra mientras el círculo y el número uno son símbolo del Cielo. La catedral es así esencialmente constituida por el espacio contenido entre el 'círculo' superior de la cabecera -el espíritu- y el 'cuadrado' inferior de la puerta occidental -la materia-, es decir entre el Cielo y la Tierra. Es por tanto un espacio intermedio, de conexión y de comunicación entre mundos . 

Esta idea del templo entendido como espacio contenido entre el círculo superior del espíritu y el cuadrado inferior de la materia trae a la memoria inevitablemente el emblema masónico, compuesto por una escuadra y un compás. 


Esquema básico del emblema de la masonería, en que el compás (simbólicamente el Cielo) 
se cruza con la escuadra (la Tierra). La intersección de ambos delimita el espacio sagrado del templo.


Como es sabido el compás, situado arriba, representa el Cielo, es decir los mundos superiores: el compás sirve para dibujar círculos. La escuadra, situada debajo del compás, representa la Tierra y todo lo que ella simboliza: pesadez, dureza, rigidez y en definitiva toda forma de limitación propia de la manifestación. Y resulta evidente observando el plano de una catedral que la parte oriental de la misma -la cabecera- ha de dibujarse mediante un compás y la parte occidental con una escuadra... 

Por su parte la plomada, que en el emblema masónico tradicional cruza la escuadra y el compás es el Axis Mundi, que en el caso concreto de la catedral es la nave central, que conduce de las tinieblas de occidente a la luz de oriente, es decir de lo grosero a lo sutil, y más allá de lo sutil hacia los mundos inmanifestados del espíritu. El simbolismo es exactamente el mismo, lo cual no debe extrañar pues habiendo sido los masones justamente quienes levantaron los templos medievales, pues eran ellos quienes estaban iniciados en el arte de la arquitectura sagrada, el símbolo masónico es tan solo una representación simplificada del simbolismo constructivo presente en la catedral medieval. 




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Los 3 mundos y los 4 elementos. 

No es difícil relacionar lo dicho hasta aquí con los tres Gunas -o cualidades universales de la naturaleza- que citamos en el capítulo anterior: la cabecera de la catedral se relaciona con el Guna Sattvá -la contemplación, la luz y la fuerza ascendente-, el transepto se correspondería con el Rajo-Guna -la acción, la fuerza expansiva-, y por último la nave de la catedral, así como su entrada, estaría en correspondencia con el Tamo-Guna -la inercia, la ignorancia y la oscuridad-.

Ahora bien, este simbolismo de los Gunas propio de la tradición Samkhya hindú tenía su propia forma de representarse en la tradición hermética occidental y era mediante el recurso a los cuatro elementos clásicos. En efecto cada uno de ellos puede asociarse a una parte de la catedral tal y como se aprecia en la figura siguiente. 


Podría parecer que el paralelismo sea un tanto artificial ya que los elementos son cuatro y la escala de mundos que venimos empleando contiene tan solo tres. En realidad el simbolismo de los elementos es especialmente acertado: los elementos tierra y agua simbolizan el mundo inferior de la manifestación en sus modalidades grosera y sutil respectivamente. Y de hecho gráficamente comprobamos que es así, pues ambos elementos quedan incluidos en la zona de la catedral que representa la región inferior de la manifestación. Una vez más -igual que cuando nos referíamos a las zonas de intersección entre 'mundos'- el simbolismo gráfico es rigurosamente exacto. 
 

En cuanto a los otros dos elementos la analogía es sencilla de establecer. El aire es expansivo y sin forma -es invisible, lo que demuestra que su naturaleza es más sutil que la del elemento agua- lo que encaja perfectamente con la cualidad básica del Rajas y con el mundo intermedio que corresponde a la manifestación informal. El fuego además de ser el elemento más sutil e inmaterial, imposible de aprehender, posee una cualidad única entre los todos los fenómenos de la manifestación: es de naturaleza ascendente, las llamas siempre apuntan hacia lo alto. Además es fuente de luz y calor, características propias del espíritu. Por último su característica más negativa, su capacidad de quemar y destruir la materia se considera una virtud purificadora, que limpia y libera la materia de su condición más grosera, así 
por ejemplo es empleado el Fuego en la Gran Obra alquímica parea destruir las 'impurezas'. Todo ello le pone en relación innegable con el Guna Sattvá.  

Una última correspondencia vamos a sugerir todavía, la que se extrae a partir de los grados de realización iniciática que citamos en el capítulo anterior en relación con los 3 mundos herméticos y que pueden identificarse también en la planta de la catedral: en la zona de la catedral que debe corresponder al mundo superior -que está más allá de la manifestación-, el cual solo es accesible según se dijo entonces a los 'puros' o 'perfectos', encontramos el presbiterio, justamente el lugar donde se instruyen los sagrados misterios y que era inaccesible para los fieles. 

En el lado opuesto al presbiterio encontramos el nártex, el espacio inmediatamente posterior a la entrada y situado entre las dos torres de los campanarios. [1] Este espacio que sirve de  gran entrada para los fieles era el espacio reservado antiguamente para los no-iniciados en los misterios, y se dice que los no-bautizados no lo podían sobrepasar, de modo que debían asistir a los ritos desde allí. Aunque en la edad media es presumible que el nártex ya hubiera perdido esta función de mantener separados a los catecúmenos, sin embargo seguía manteniendo toda su significación simbólica: representar el mundo profano y exterior; lugar donde comienza para todos sin excepción el camino iniciático de aproximación a los sagrados misterios. A continuación de este espacio se encontraba -y todavía se encuentra en la mayoría de los templos- la pila bautismal, que representa justamente dicha iniciación. Pero la pila bautismal representa también sin atisbo de duda el elemento agua, lo que nos devuelve a las reflexiones anteriores sobre los cuatro elementos y su disposición en la catedral, y en efecto las pilas bautismales se encuentran justamente en la zona de la catedral que hemos adjudicado al elemento agua. De este paralelismo entre la iniciación y el elemento agua puede deducirse cabalmente que aquella está estrechamente relacionada con el conocimiento del mundo sutil. 

Sea como fuere se desconoce a ciencia cierta si el nártex cumplió algún otro papel ritual o social durante la edad media una vez perdido su papel de lugar para los catecúmenos, aunque es bastante probable que así fuese [2].  


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Si ahora sumamos los simbolismos cósmicos del alzado y de la planta de la catedral tendremos más claro la dimensión cósmica de todo el templo. Si uniéramos gráficamente el esquema horizontal y el esquema vertical obtendríamos como es evidente una cuadrícula tridimensional, una red de celdillas que forman el 'cuerpo' de la catedral. En este 'cuerpo', cada tramo del eje longitudinal de la catedral [3] -tramo que tridimensionalmente se aproxima a un prisma rectangular más alto que ancho y acabado en la punta de la bóveda de crucería-, representa un 'mundo'. 

Se trata de una representación jerárquica del universo que asume y expresa la existencia de diferencias cualitativas entre los diferentes puntos del espacio [4]: en función de su posición a lo largo del eje de la catedral unos 'mundos' están más próximos y otros más alejados de la cabecera de la catedral, que según el simbolismo cósmico que estamos desarrollando representa el Polo de la manifestación -que arquitectónicamente viene indicado por la clave de bóveda del ábside-. Además puede comprobarse que todos estos 'mundos' paralelos que se suceden ordenadamente y que representan los diversos grados de la manifestación universal, poseen cada uno de ellos su propio orden interno -indicado por los niveles en que se divide el alzado de la catedral- el cual es análogo al de los otros 'mundos', lo que confirma que se trata efectivamente de 'mundos' propios y separados [5] cada uno de ellos. 

Llegando al final de este simbolismo cósmico, si el 'cuerpo' de la catedral representa la diversidad de grados de la manifestación universal, la sucesión de grados del ser, tal y como acabamos de explicar, entonces la nave central que recorre longitudinalmente la catedral es el Axis Mundila 'cadena de los mundos' que atraviesa y une todos los diversos planos o estados de la manifestación. Quedan así sintetizadas geométricamente en la catedral todas las modalidades de existencia en su diversidad indefinida. 

Se entiende ahora de qué modo la catedral medieval es verdaderamente un 'microcosmos' que contiene -simbólicamente- todo el universo, sintetizado mediante el sabio uso de los principios de la ley analogía, la simbólica arquitectónica y el simbolismo espacial, en su misma forma y estructura. Se trata ciertamente de una lección de metafísica escrita en piedra. 

Según tal simbolismo el mero hecho de recorrer la nave central desde la puerta occidental de la catedral hasta el altar mayor es en sí mismo ya una metáfora de la peregrinación al Centro del Mundo, pero toda peregrinación aquí en la tierra es tan solo una prefiguración -como bien sabía el hombre medieval- de la peregrinación verdadera: el viaje del alma hacia su meta última.     




[1] Este espacio en el estilo románico se situaba fuera del templo. 
[2] En este sentido se ha apuntado incluso que se pudiera haber sido utilizado como espacio de trueque...  
[3] Eje longitudinal que equivale al Decumanus romano.  
[4] Negando con ello el principio básico de la cosmovisión mecánica moderna de que la extensión es sin cualidad.  
[5] Decimos separados, en ningún caso aislados.

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