jueves, 29 de junio de 2017

Reflexiones sobre el fenómeno turístico


Poco a poco el turismo de masas se ha ido convirtiendo en un fenómeno universal cuya fetidez alcanza la práctica totalidad de la superficie del orbe. 
Pueblos enteros ven alterada su forma de vida y corrompida su cultura por este neocolonialismo que emplea billetes -el ídolo Mammón- en lugar de fusiles. Un colonialismo suave -como corresponde a la postmodernidad- al que todos los pueblos se pliegan sin oponer resistencia: su cultura y tradiciones son transformadas en mercancía destinada a agradar a extravagantes y curiosos, y lo que antes fuera su espacio vital es convertido en un grotesco parque temático que recuerda demasiado a menudo los poblados de los decorados cinematográficos. 


El turista por su parte es a la vez víctima y verdugo. Corrompido y vaciado por el nihilismo y la acedia de su propia sociedad viaja a lugares cada vez más lejanos y exóticos buscando una autenticidad que destruye aún antes de encontrar, llevando consigo y contagiando a todos de lo peor de su modernidad, 
corrompiendo y vaciando a los otros, sirviendo así de eslabón en una cadena sin fin. La economización de la vida y el culto idolátrico al dinero se imponen como únicos valores en este multicultural Fin de la Historia. A veces incluso el occidental quiere ocultar su culpa con una gruesa capa de sentimentalismo o "solidaridad", síntomas también marcadamente postmodernos.

El fenómeno turístico es en definitiva un himno a lo inauténtico, a lo artificial, al poder del dinero, a la 'democratización' y vulgarización de los gustos y las costumbres, a la vida vivida y celebrada como simulacro (Baudrillard). El fenómeno turístico supone la metástasis final de la postmodernidad y sus miserias a la vez que un diáfano 'signo de los tiempos' de este final de ciclo habitado por el pusilánime Homo festivus 
(P. Muray).  

miércoles, 21 de junio de 2017

Sobresocialización.


"Sugerimos que la sobresocialización está entre las crueldades 
más serias que los seres humanos se infligen unos a otros.
T. Kaczynski, Manifiesto de Unabomber. La sociedad industrial y su futuro [1], 26.


"En los otros momentos el ser está identificado con 
las modificaciones (de la conciencia)."
Yogasuttras, I, 4.


Con anterioridad hemos hecho referencia al término sobresocialización, un término acuñado por T. Kaczynski (más conocido como Unabomber) en su Manifiesto y que remite a una realidad que advirtiera de forma magistral en su estudio sobre lo que él denominó el tipo psicológico del 'izquierdismo'. 

A continuación vamos a intentar analizar la importancia capital que el fenómeno de la sobresocialización juega actualmente dentro del estado avanzado de decadencia de la postmodernidad. 

jueves, 8 de junio de 2017

Imagine de Lennon: buscando un himno para el NOM (y II)


La postmodernidad como sobrecompensación.

Después de lo dicho es sencillo establecer algunos paralelismos entre el mensaje contenido en la letra de la canción y un par de referencias culturales también sobradamente conocidas. 


Por una parte existe un claro paralelismo entre la descripción de ese mundo idílico, apaciguado y sin aristas de la canción de Lennon con el escenario utópico descrito en la conocida novela 'Un mundo feliz' de A. Huxley, si bien en este caso el futuro presenta con una carga crítica y distópica por completo ausente en la aparentemente inocente y un tanto infantil canción de Lennon. Para el de Liverpool una vida y un mundo tales parece que fueran realmente algo deseable, una suerte de materialización del paraíso en la Tierra.


En segundo lugar también se pueden establecer paralelismos evidentes con la idea del 'Fin de la historia' que planteara Francis Fukuyama en la década de los '90. Recordemos que en todas las utopías universalistas y globalistas no existe alteridad, no hay lugar para un otro. Señalemos además que alcanzar el igualitarismo y la homogeneización de la sociedad -un objetivo que se nos ofrece a todas horas como deseable a través de los mass-media y el softpower- es precisamente el sueño de toda ideología totalitaria, como es la que ahora domina con su 'pensamiento único' y sus modos impositivos el mundo.

miércoles, 7 de junio de 2017

Imagine de Lennon: buscando un himno para el NOM (I)


"La tierra no será nunca un paraíso, pero quizás se pudiera evitar que siga aproximándose a una imitación cursi del infierno."

Nicolás Gómez Dávila


La conocida canción de la estrella del pop John Lennon, Imagine, publicada en 1971, hace mucho trascendió los aspectos meramente musicales para convertirse -o ser convertida- en un himno del pacifismo y el multiculturalismo. Por ello esta canción puede considerarse una suerte de símbolo del pensiero debole y el buenismo que imperan en la sociedad actual a través de sus infantiles utopías milenaristas y su dictadura de lo políticamente correcto. Un ambiente cultural que gira en torno a la apariencia, la propaganda y lo virtual, alejado por completo de la experiencia personal e íntima de lo real. 

En el presente artículo analizaremos en primer lugar la letra de la canción, reparando en su significado y en el indiscutible mensaje que porta, claramente explícito como se verá. Posteriormente se reflexionará sobre el papel social que dicha canción juega dentro de la sociedad actual, un papel muy relacionado con la necesidad de nuevos (y falsos) mitemas y rituales cuya función es suplantar los mitos y ritos tradicionales para dar lugar así a una apariencia de 'sociedad' en el plano meramente exterior y formal. 

Un papel socializador y cohesionador más relevante de lo que pudiera parecer a simple vista y que comparte con otras creaciones musicales y cinematográficas del último siglo -eso que se ha dado en llamar industria cultural y que ha venido a suplantar al arte popular- en tanto condensadores o catalizadores de una mentalidad y de ciertas tendencias psíquicas y que dentro del contexto de la Ingeniería Social son parte inseparable del estado de cosas de la sociedad actual, a cuyo sostenimiento contribuyen activamente

lunes, 23 de enero de 2017

Feminismo y género: ingeniería social al asalto de la Tradición.


"La lámpara del cuerpo es tu mirada; 
si tu mirada es pura, todo tu cuerpo estará lleno de luz. 
Si tu mirada es maligna, todo tu cuerpo estará en tinieblas."
(Mt. 6:22-23)


"Esta historia ya puede contarse ahora, porque la necesidad misma está aquí en acción. 
Este futuro habla ya en cien signos; este destino se anuncia por doquier; 
para esta música del porvenir ya están aguzadas todas las orejas."
(Nietzsche, La voluntad de poder, Prefacio)


Aunque lentamente, en los últimos años han comenzado a surgir voces discrepantes ante los excesos dogmáticos del feminismo moderno y los cada vez menos disimulados métodos de ingeniería social que propaga y emplea para sus alcanzar fines [1]. Pero aunque ya ha habido valientes intentos de conformar un discurso teórico crítico en este sentido se carece todavía de un análisis del feminismo desde una perspectiva que pudiera ser considerada tradicional. Resulta particularmente llamativo que buena parte de las críticas recientes a que hacíamos alusión antes contra este subproducto ideológico provengan del ámbito de la izquierda libertaria. Pero también por este motivo, y pese al valor y perspicacia de tales análisis, no es posible encontrar hasta la fecha una crítica desde presupuestos tradicionales o perennialistas. Para encontrar una opinión fundada en este sentido hemos de seguir remontándonos a los análisis que hiciera J. Evola durante los años 20 y 30 del siglo XX, acerca de la feminización de la sociedad y la 'guerra de sexos' -hoy diríamos 'guerra de géneros'-, análisis proféticos en todo caso que mantienen hoy, pasado casi un siglo, toda su vigencia y actualidad.  

Sin duda, ante la virulencia que muestran las operaciones de ingeniería social disfrazadas de ideología política y envueltas tras un falso disfraz de tolerancia y multiculturalismo, las críticas se harán cada vez más frecuentes en el futuro próximo, tanto en el ámbito privado como en la esfera pública, pero, si se desea que tales críticas vayan más allá de la mera expresión de protesta contra un orden que nos viene dado y al que solo cabe plegarse, y que contribuyan al reenderezamiento de los acontecimientos, el análisis crítico debe dirigirse sin ambages a combatir el núcleo teórico y la agenda revolucionaria de tales pseudo-ideologías de la postmodernidad.

A pesar de la censura invisible que actualmente se nos trata de imponer a través de la interiorización de conceptos como el de 'políticamente correcto' es un imperativo reaccionar ante el tsunami disolvente con que la postmodenidad hace tabula rasa de todo lo que encuentra a su paso, dejando tras de sí un desolador horizonte de ruinas y escombros sobre el que fundar su nuevo orden, muy probablemente algún tipo de transhumanismo. 

Reaccionar es justamente el sentido real de la palabra reaccionario, tan empleada actualmente por parte de los perros de presa del Nuevo Orden Mundial (NWO) y su neolengua como 'palabra policía' que puede ser arrojada contra cualquiera que se separe del dogma hegemónico. No se debe temer por tanto ser vilipendiado con la misma pues apunta precisamente en la dirección correcta, la de la necesaria reacción, ya que quien no reacciona ante las circunstancias actuales de deterioro social y cultural, siquiera sea en su fuero interno o en su círculo más próximo de familiares y amistades, se convierte en corresponsable del mismo.